En Justicia e Interior

– Izabela Daleszak – 

El punto de vista británico hacia la libre circulación de personas está estrechamente ligado a una fuerte percepción de la necesidad de garantizar directamente el control sobre el flujo migratorio y el control directo de las fronteras. También a una resistencia prácticamente sistemática a una mayor integración del Reino Unido dentro de la Unión Europea.

El ideal de una Europa sin fronteras y la libre circulación de personas ya existían en los años cincuenta;  empezó a tomar forma con la introducción del principio del libre movimiento de trabajadores y bienes entre los países fundadores de las Comunidades Europeas.

En los años ochenta, algunos líderes europeos veían la desaparición de las fronteras como un paso natural en la integración del continente.  En 1985 esto se reflejó con la firma en Schengen (Luxemburgo) del primer acuerdo entre Francia, Alemania, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos que facilitarían la libre circulación de personas. El Reino Unido y la República de Irlanda optaron por autoexcluirse del acuerdo. Hoy en día, 26 países de la UE y cuatro no miembros (Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein) forman parte de la zona Schengen.

Con el Tratado de Maastricht,  de 1993, se introdujo el concepto de ciudadanía europea, que garantiza el derecho de circular, residir y trabajar en cualquier país miembro de la Unión Europea disfrutando de las mismas condiciones que los ciudadanos de dicho país. Este derecho fue más tarde ratificado por el Tratado de Lisboa, que entró en vigor en 2009, y que nunca fue seriamente cuestionado hasta que en el Consejo Europeo de febrero de este año, el Reino Unido propuso la introducción de restricciones en el acceso a su Estado del bienestar a los ciudadanos de otros países de la Unión.

El origen de esta exigencia británica se encuentra en la ampliación de la UE   hacia el Este en 2004. Muchos Estados miembros aplicaron periodos transitorios de 7 años antes de abrir sus mercados laborales a los nuevos ciudadanos de la UE.  Pero el Reino Unido dio acceso a su mercado laboral de forma inmediata, lo que provocó una ola de inmigración que los británicos no esperaban. Desde entonces, la inmigración desde países de la UE y su supuesto impacto negativo sobre el mercado laboral y el Estado del bienestar han protagonizado en gran medida el debate político en el Reino Unido. Aunque la llegada de los ciudadanos del Este fue el hecho que desencadenó la controversia sobre la inmigración interna dentro de la UE, merece destacarse el número de ciudadanos de otros países de la UE. Según Migration Watch UK, las cifras netas de inmigración de la UE al Reino Unido entre marzo 2014 y marzo 2015, fueron de unas 265.000 personas, entre ellas 133.000 de la denominada UE14, 73.000 de UE8 y 50.000 de UE2.

Estas cifras reflejan que el Reino Unido es uno de los países que recibe más inmigración interna de la UE. En parte, esto ha llevado a que la percepción del ciudadano medio británico sea que hay más inmigración de la que realmente hay. Según una encuesta hecha por Ipsos Mori [1], la mayoría de los británicos consideran que el 24% de la población es inmigrante, cuando en la realidad solo lo es el 13%. Es verdad que esta cifra es alta pero, en general, la inmigración en el Reino Unido está teniendo en términos generales un impacto positivo sobre la economía, a juzgar por las tasas de desempleo, cercanas al 5%.

Según un estudio de University College London [2] los inmigrantes de la UE han contribuido más a la economía mediante el pago de impuestos de lo que han podido beneficiarse del sistema. Más del 60% de los inmigrantes del Sur y Oeste de la UE, y del 25% de los procedentes del Este, son graduados universitarios, frente al 24% de británicos. Para crear el mismo nivel del capital humano, el Reino Unido tendría que gastar millones de libras. Según ese estudio, los inmigrantes europeos no solo tienen mejor formación, sino que son un 43% menos propensos a usar los servicios sociales del Estado.

A pesar de las ventajas de la inmigración, David Cameron ha dicho que ‘’la libre circulación dentro de Europa debe ser menos libre’’ [3] y se ha comprometido a renegociar los tratados antes del referéndum del 23 de junio y a reducir la inmigración al Reino Unido. Después de largas negociaciones, en el Consejo Europeo de febrero de este año, los jefes de Estado y de Gobierno llegaron a un acuerdo [4] para limitar por primera vez la libre circulación de personas.

Uno de los mecanismos acordados es el llamado emergency brake, destinado a reducir los beneficios laborales. Los trabajadores europeos tendrán acceso al sistema de bienestar después de una contribución previa de cuatro años. Las restricciones introducidas por el emergency brake discriminan de facto entre ciudadanos británicos y ciudadanos de otros países de la UE. También se han acordado restricciones sobre subsidios familiares. El nuevo acuerdo establece que los subsidios para los hijos que residen fuera del Reino Unido van a ser calculados sobre los índices del coste de vida en los países receptores de dichos subsidios y no sobre el coste de vida en el Reino Unido, como se ha hecho hasta ahora. Estas medidas entrarían en vigor a partir de enero del 2020 para ciudadanos de la UE que ya se encuentren en el país, y para nuevos “inmigrantes” de forma inmediata.

Con las nuevas restricciones, el gobierno británico  podrá deportar a las personas que no encuentren ningún  trabajo durante los seis primeros meses de estancia y que soliciten ayuda del Estado [5]. Según la declaración de la Comisión Europea posterior al Consejo Europeo, los cambios pueden ser aplicados de forma inmediata porque en 2004 el Reino Unido no usó su derecho a restringir su mercado laboral, tal y como lo hicieron otros Estados miembros.

David Cameron ha logrado casi todo lo que se propuso. Pero el continuo envejecimiento de la población hace que sin inmigración no se produzca la necesaria regeneración generacional que garantiza el mantenimiento del estado de bienestar. Como dice Mark Boleat, presidente de la corporación de la City de Londres, “el problema con los británicos es que aman a los inmigrantes, pero odian la inmigración”.

 

[1] Ipsos Mori, Perceptions are not reality: Things the world gets wrong, 29.10.2014, https://www.ipsos-mori.com/researchpublications/researcharchive/3466/Perceptions-are-not-reality-Things-the-world-gets-wrong.aspx

[2] University College London, Positive economic impact of UK immigration from the European Union: new evidence, 5.11.2014, https://www.ucl.ac.uk/news/news-articles/1114/051114-economic-impact-EU-immigration.

[3] Cameron, David, Free movement within Europe needs to be less free, 26.11.2013, http://www.ft.com/cms/s/0/add36222-56be-11e3-ab12-00144feabdc0.html#axzz465jeHSPB

[4] European Council, European Council Conclusions, 18-19 February 2016, http://www.consilium.europa.eu/en/press/press-releases/2016/02/19-euco-conclusions/

[5] Ibid

 

Izabela Daleszak. Alumna | Máster Universitario en Relaciones Internacionales

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Comments
  • Maria
    Responder

    Seguira la libre circulacion de los antiguos europeos despues del 2019.

    Me refiero ha los europeos que ya estamos aqui.

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