En Justicia e Interior

– Dr. Alfredo Crespo Alcázar – 

El resultado del referendo del 23 de junio dio origen a un nuevo escenario plagado de interrogantes en la relación entre Reino Unido y la Unión Europea. La resolución de los mismos no parece inminente ya que se concitan numerosos intereses, contrapuestos la mayoría de las veces, que afectan a los niveles de gobierno europeo, nacional y subnacional.

La primera consecuencia del Brexit fue la dimisión de David Cameron, principal responsable de la compleja ingeniería renegociación-referendo, con la que aspiraba a poner fin a la división generada en el Partido Conservador por la “cuestión europea”. En 1975, otro Primer Ministro, en este caso el laborista Harold Wilson, ideó e implementó idéntica maniobra sin conseguir, pese a ganar el referendo, que la influencia divisiva de la CEE cesara sobre el Labour Party.

En 2016 las repercusiones han sido mayores que en 1975. En efecto, Reino Unido dejará de ser Estado miembro de la UE, en un momento en que ésta atraviesa por una etapa en la que debe resolver varias tareas urgentes, que van desde la crisis de los refugiados, hasta el cada vez mayor distanciamiento de la ciudadanía con respecto al proyecto e instituciones europeas. En el corto plazo, además, con total probabilidad cobrarán y/o incrementarán su protagonismo a lo largo del “viejo continente” formaciones políticas no tanto euroescépticas y sí abiertamente eurófobas, partidarias de que sus países abandonen la UE.

Como en el caso de los partidarios del Brexit, este tipo de partidos difunden una serie de tópicos cuya finalidad esencial radica en desacreditar a la Unión Europea, presentándola ante la opinión pública como un “proyecto fallido”. Se trata de un modus operandi que encubre un nacionalismo de cortas miras, permeado por elementos xenófobos y populistas.

En Reino Unido, los efectos del triunfo de Vote Leave Take Control sólo han comenzado a manifestarse; de hecho, su dimensión real se apreciará en los próximos meses. En efecto, los tories solventaron con rapidez la elección del sustituto de David Cameron, convirtiéndose Theresa May en la nueva Primera Ministra. Al contrario que en 1997, 2001 y 2005 (fechas en las que  el Partido Conservador hubo de elegir a los sustitutos de John Major, William Hague y Michael Howard, respectivamente), esta vez el proceso sucesorio no se prolongó en el tiempo.

En julio de 2016, los tories optaron por una suerte de “tercera vía”, simbolizada en Theresa May, frente a aquellos candidatos que, o bien se habían decantado por el Brexit (Liam Fox, Michael Gove y Andrea Leadsom), o bien habían mostrado posturas pragmáticas, bajo un envoltorio eurófilo (Stephen Crabb).

Frente a esta amalgama de actitudes, Theresa May representaba el euroescepticismo pragmático y leal a David Cameron. Así, aunque partidaria del Remain, su concepción de la UE se ubicaba lejos de las ideas abiertamente europeístas de históricos tories (Michael Hesetine y Ken Clarke, por ejemplo) y de otros más cercanos en el tiempo (Neil Carmichael o Damian Green).

Por su parte, Andrea Leadsom había publicitado sus credenciales euroescépticas desde el retorno de los tories al gobierno en 2010, incrementando la intensidad de aquellas conforme discurrió la primera legislatura de David Cameron. Al respecto, fue protagonista en la puesta en marcha de The Fresh Start Project, donde cuestionaba el status de Reino Unido en la UE.

Posteriormente, la diputada Leadsom apoyó la realización de un referendo in vs out, decantándose en última instancia por el Brexit sin ambigüedad alguna. En este sentido, en la carta a sus votantes del distrito de South Northamptonshire, fechada el 20 de febrero de 2016, proporcionó una serie de argumentos, escasamente novedosos, a través de los cuales describió a la UE como “proteccionista” y “anti-competitiva”, concluyendo que avanzaba hacia la creación de los Estados Unidos de Europa, en un proceso que erosionaba la soberanía nacional (británica).

Tras superar las dos primeras votaciones, Leadsom, consciente de no contar con el apoyo del grupo parlamentario, abandonó la contienda. A partir de ese momento, la nueva Primera Ministra dio a conocer las directrices que van a guiar el abandono de la UE, advirtiéndose una serie de premisas que consideró, y aún considera, innegociables.

En primer lugar, que el resultado del referendo es irrevocable e irreversible. Brexit es Brexit, ha reiterado en diferentes escenarios y ante diferentes interlocutores (Francois Hollande o Ángela Merkel). Esto elimina cualquier posibilidad de realizar una nueva consulta, como ciertos sectores de la sociedad civil han exigido.

En segundo lugar, May ha avisado de que no aplicará el artículo 50 hasta 2017. Esta cuestión resulta mucho más controvertida y problemática que la anterior. El consenso existente en su gabinete sobre la irreversibilidad del Brexit no se detecta cuando nos adentramos en los tiempos manejados para consumar el abandono. Así, David Davis, Liam Fox y Boris Johnson exigen que el artículo 50 se active cuanto antes, producto de que la imagen idílica sobre el futuro británico fuera de la UE aún retiene su vigencia en el discurso de los brexiters.

Sin embargo, por causas que atañen principalmente a la estabilidad de la economía europea, dirigentes de los Estados miembros, como Francois Hollande, apremian a la Primera Ministra para que ponga en marcha el artículo 50. Asimismo, el gobierno danés ha realizado un apercibimiento notable a May, que se traduce en que del Brexit no se deben derivar situaciones ventajosas sólo para Reino Unido. Dicho con otras palabras: en principio, el abandono “a la carta” queda descartado, lo que hará que la dialéctica entre libertad de comercio vs libertad de movimiento añada dosis de polémica, susceptible de traducirse en enfrentamiento, cuando se produzcan las negociaciones UE-Reino Unido.

En tercer lugar, Theresa May ha concedido prioridad absoluta al mantenimiento de la unidad territorial de Reino Unido. Se trata de un tema recurrente desde su nombramiento como sucesora de David Cameron, manifestando al respecto que, por si alguien no conoce esto, el nombre completo de mi partido es Conservative and Unionist Party y la palabra  <<unionist>> (unionista) es muy importante para mí. Esto implica que nosotros creemos en la Unión: el precioso vínculo entre Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Esto significa que creemos en una unión no sólo entre las naciones del Reino Unido, sino entre todos sus ciudadanos”. Complementariamente, la Primera Ministra ha subrayado la justicia social como aspiración fundamental de su gobierno, consciente de las turbulencias de diferente naturaleza que del Brexit se derivarán para su país.

Con todo ello, interpretar la defensa de la unidad de Reino Unido como un ejemplo de rancio patriotismo (británico) por parte de May supone un error mayúsculo. Como era previsible, la victoria del Brexit, combinada con el triunfo incontestable de Remain en Escocia, ha multiplicado las opciones de que el Scottish National Party (SNP) reivindique la celebración de una consulta con una finalidad y unos objetivos idénticos a la del pasado 18 de septiembre de 2014.

Hasta la fecha, Nicola Sturgeon (Ministra Principal de Escocia) ha optado por una estrategia política que combina a partes iguales pragmatismo, cautela y gradualismo. Sin embargo, probablemente aumente el tono de su lenguaje y la contundencia de sus acciones cuando el gobierno británico aclare la hoja de ruta que seguirá para abandonar la UE.

En definitiva, tras el referendo del 23 de junio, se ha iniciado una nueva etapa en la relación entre Reino Unido y la UE, cuyo alcance y características se desconocen. Ambos actores saben que se necesitan mutuamente en el presente y en el futuro, lo cual no equivale a tildar de fáciles o amistosas las negociaciones próximas. Por el contrario, la complejidad, e incluso el antagonismo, amenazan con ralentizar el proceso de abandono, cuyos riesgos minimizaron los partidarios del Brexit, producto de su distorsión deliberada de la realidad.

Dr. Alfredo Crespo Alcázar. Vicepresidente 2º de ADESyD (Asociación de Diplomados Españoles en Seguridad y Defensa).

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