En Justicia e Interior

– Miguel Moltó Calvo – 

La crisis económica que sufrió la UE en 2008 y que todavía no ha terminado ha afectado de modo notable al crecimiento y al empleo. Una tasa de crecimiento baja e incluso negativa durante varios años en algunos países de la UE se ha traducido en un aumento de paro notable, principalmente en algunos segmentos de la población, siendo el de los jóvenes uno de los más afectados. A pesar de la mejora a nivel global de la situación económica en la UE en los últimos años, todavía a finales de 2014 (seis años después de la crisis) las cifras de paro juvenil seguían siendo alarmantes. Bastará citar algunos datos. En el 2º trimestre de 2014 más de 5 millones de jóvenes (menores de 25 años) estaban en paro en el conjunto de la UE. Esta cifra supone una tasa de paro del 22% (23% en la zona euro), o sea, más del doble de la tasa de paro de los adultos (9%). Un total de 7,5 millones de jóvenes en edades comprendidas entre 15-24 años estaban sin empleo y no seguían ni estudios ni ningún otro tipo de formación.

La UE reaccionó a los efectos negativos que la crisis estaba produciendo sobre el empleo adoptando una serie de medidas que se plasmaron inicialmente en el denominado “Paquete sobre el empleo”, adoptado en 2012. El objetivo era poner en marcha políticas de empleo por parte de los Estados miembros, a cuya financiación contribuirían los fondos comunitarios, especialmente el Fondo Social Europeo, para estimular la demanda de mano de obra.

Aunque en el “Paquete global sobre el empleo” se introdujeron medidas a favor de la juventud, la UE, consciente de la evolución negativa de las cifras de paro juvenil, adoptó un “Paquete sobre el empleo juvenil” en el mismo año 2012. Las principales medidas incluidas en el mismo fueron:

  • La “Garantía Juvenil” adoptada por el Consejo en abril de 2013 a propuesta de la Comisión Europea.
  • Una Recomendación del Consejo adoptada en marzo de 2014 a propuesta de la Comisión en 2013 relativa al establecimiento de un marco de calidad por parte de los Estados miembros para los períodos de prácticas. Se trata de fijar las condiciones de trabajo del joven en prácticas (jornada laboral, remuneración, cobertura de la seguridad social, etc.).
  • La Alianza Europea para el Aprendizaje y las vías necesarias para reducir los obstáculos para la movilidad de los jóvenes. Erasmus + puede contribuir a financiar el aprendizaje de los jóvenes en el exterior. A través de la Garantía Juvenil también se puede acceder a un aprendizaje, que puede ser un buen punto de partida para acceder al mercado laboral.

Además de este paquete sobre el empleo juvenil, otras medidas adicionales fueron puestas en práctica. Entre ellas destacamos:

  • La “Iniciativa de Empleo Juvenil” (IEJ) aprobada en 2013.
    “Juventud en movimiento”: el objetivo de esta iniciativa aprobada en 2010 es mejorar la educación y la empleabilidad de los jóvenes para contribuir a reducir la tasa de paro juvenil y aumentar la de empleo.
  • Una Comunicación de la Comisión de 2013 tendente a acelerar la implementación de la Garantía Juvenil (a la que haremos referencia más abajo).
  • Una serie de medidas en el marco de la educación y cultura.
    Por razones de espacio me referiré algo más en detalle a la “Garantía Juvenil” y a la “Iniciativa de Empleo Juvenil”.

La Garantía Juvenil

Es una iniciativa de lucha contra el desempleo juvenil. Se trata de garantizar que todos los jóvenes menores de 25 años inscritos o no en los servicios de empleo reciban una oferta concreta y de buena calidad en un plazo de cuatro meses tras el fin de sus estudios o el inicio de su período de desempleo.

La oferta debe consistir en una propuesta de trabajo, un período de prácticas, una formación en una empresa o un curso en un centro de enseñanza. Para poner en práctica el sistema de “Garantía Juvenil” es necesaria la estrecha cooperación de todos los actores implicados: administraciones públicas, servicios de empleo, empresas, sindicatos, etc.

En la primavera de 2014 todos los países presentaron su “Plan Nacional de Aplicación de la Garantía Juvenil” habiendo sido ayudados por la Comisión Europea, tanto en dicha elaboración como en su aplicación inicial. También hay que destacar que la Comisión apoyó en 2015 las actividades de sensibilización para la introducción de la Garantía Juvenil a través de un proyecto piloto a cuatro Estados miembros (Letonia, Finlandia, Portugal y Rumanía). Para los años 2016-2017 la Comisión realizará una labor similar en otros cuatro países (Bulgaria, Grecia, Lituania y Eslovenia) y en abril de 2016 se lanzó una convocatoria de propuestas para ofrecer apoyo a otros países en el período 2017-2018.

Para que la “Garantía Juvenil” sea efectiva, los presupuestos nacionales deben dar prioridad a la lucha contra el desempleo juvenil. La UE complementará el gasto nacional mediante el FSE y parte de los 6.400 millones de euros fijados en las perspectivas financieras para la “Iniciativa sobre Empleo Juvenil” para el período 2014-2020.

El Comité de empleo realiza una supervisión global de los Planes Nacionales de esta Iniciativa y realiza un seguimiento de la misma a través de unos indicadores elaborados al efecto.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el coste estimado de los sistemas de garantía juvenil de los países de la eurozona se estima en 21.000 millones de euros al año (0,22% del PIB).

No hacer nada saldría más caro. Según Eurofund, se calcula que los jóvenes que no trabajan, ni estudian, ni siguen formación alguna cuestan a la UE 153.000 millones de euros al año (1,2% del PIB) en subsidios, ingresos no percibidos, impuestos no recaudados, etc.

Por último, cabe señalar que está previsto que en el otoño de 2016 la Comisión presente un informe completo sobre la aplicación de la “Garantía Juvenil”.

La Iniciativa de Empleo Juvenil (IEJ)

Esta iniciativa se lanzó para proporcionar apoyo adicional a los jóvenes menores de 25 años que vivieran en regiones donde el paro juvenil fuera superior al 25% en 2012. En particular, se trata de dar apoyo a los jóvenes que no siguen estudios, no trabajan ni están en proceso de formación.

El presupuesto total de esta iniciativa para el período 2014-2020 es de 6.400 millones de euros de los cuales la mitad (3.200 millones) provienen de una línea específica que no implica cofinanciación por parte de los Estados miembros, y la otra mitad (3.200 millones) del FSE, que sí implica cofinanciación.

Vista la situación del paro juvenil, la Comisión propuso que los recursos asignados a la Iniciativa sobre el empleo juvenil se concentraran en los dos primeros años del período de programación 2014-2020. Además, que la dotación de 2015 de la línea específica fuera de 1.000 millones de euros (aproximadamente un tercio del total) y que la tasa de prefinanciación pasara del 1-1,5% al 30%. Un Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo de 2015 adoptó las medidas legales necesarias, que se espera tengan un efecto positivo sobre 650.000 jóvenes.

En todo caso conviene recordar que la competencia en la política de empleo recae sobre los Estados miembros y que la Unión toma medidas para asegurar la coordinación de tales políticas definiendo las líneas directrices de las mismas (artículo 5 del Tratado de Funcionamiento de la UE) y que en materia de educación, formación profesional y juventud la Unión tiene competencia para apoyar, coordinar o completar la acción de los Estados miembros (artículo 6 del TFUE). Dicho en otras palabras, el peso en política de empleo, educación y formación recae sobre los Estados miembros. La UE financia acciones en estos campos, pero siendo importantes los fondos asignados (sobre todo a través del FSE) no pueden considerarse más que complementarios a los que deben dedicar los Estados miembros, sobre todo en aquellos países con mayores porcentajes de paro juvenil, casos de España y Grecia que superan el 40%.

Terminaré señalando que la mejor estrategia para luchar contra el paro juvenil es una buena educación, una buena formación que permita a los jóvenes estar preparados para incorporarse al mercado laboral en las mejores condiciones. Una baja cualificación difícilmente encontrará salida en un mundo competitivo, globalizado y cada vez más tecnológico.

M. Moltó Calvo. Catedrático de Economía Aplicada.

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