En Justicia e Interior

– Jaume Duch – 

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, tenía por delante este año un complicado trance en su discurso sobre el estado de la Unión el pasado 14 de septiembre ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo: responder a la inquietud generada por el brexit y a la profunda división interna entre países miembros frente a la crisis migratoria, la amenaza terrorista y el déficit. Debía intentar convencer de que una Europa unida y fuerte es mejor que abandonar el barco, sin caer en eslóganes simplistas que dieran argumentos a los populismos euroescépticos. Las fórmulas que Juncker puso sobre la mesa para salvar a la UE de sí misma en doce meses son realistas, pero dependen de que las apoyen las capitales europeas.

 

El Parlamento Europeo, una vez más, demostró que es el foro en el que se debate en público sobre la actualidad más candente de la Unión Europea (UE), sobre los temas que de verdad importan a los ciudadanos. La saludable transparencia del debate sobre el estado de la Unión contrastó con la opacidad de la reunión que dos días después celebraron en Bratislava los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la UE, cita en la que por primera vez no participó Reino Unido. El debate anual sobre el estado de la Unión coloca a la democracia europea al mismo nivel que las democracias de cada uno de sus países, cuyos Ejecutivos comparecen ante sus cámaras legislativas en sus respectivos debates sobre el estado de la Nación para dar cuentas de su quehacer y detallar sus planes de futuro.

“Nuestra Unión Europea se encuentra, al menos en parte, en una crisis existencial”, reconoció Juncker en su discurso sobre el estado de la Unión. “Nunca antes había visto unos gobiernos nacionales tan debilitados por las fuerzas populistas y paralizados ante el riesgo de salir derrotados en las siguientes elecciones” y “nunca antes había visto tanta fragmentación, tan pocas cosas en común en nuestra Unión”, añadió.

Su equipo preparó a conciencia un discurso contenido y plano que buscaba evitar el abucheo más que ganarse el aplauso. El mensaje central: creemos una defensa europea común que devuelva la seguridad a la ciudadanía. La estrategia tras el mensaje: ganar terreno a los populismos e impedir que sigan sumando votos a costa del miedo de los europeos.

Una Europa que vele por la seguridad

“Tenemos que defendernos del terrorismo”, recalcó Juncker. Recordó que, desde los atentados de Madrid de 2004, se han producido más de 30 ataques terroristas en Europa con más de 600 víctimas mortales. Y apostó por una “cooperación estructurada permanente” en defensa y una “única sede” militar, complementarias a la OTAN.

Refuerzo del “plan Juncker” de inversión

En el todavía maltrecho terreno económico, Juncker repitió la fórmula del año pasado y propuso más inversión. En 2015, la promesa fue de 315.000 millones de euros en tres años.

“Ahora vamos a dar un paso más. Hoy proponemos duplicar tanto el período de vigencia del Fondo como su capacidad financiera”, dijo. El objetivo es que el Fondo facilite un total de al menos 500.000 millones de inversiones hasta 2020.

Un Cuerpo Europeo de Solidaridad

En el mismo espíritu solidario que, según Juncker, entraña la propia existencia del euro o la política de desarrollo comunitaria, sugirió establecer un Cuerpo Europeo de Solidaridad. Jóvenes de toda la UE entregados a labores de voluntariado en situaciones de crisis, como la migratoria o los recientes terremotos de Italia. Empezaría a funcionar a finales de año y en 2020 podría llegar a los 100.000 miembros.

La respuesta de la Eurocámara

Sus 49 minutos de ejercicio de contención fueron correspondidos con respuestas relativamente amables de parte de los eurodiputados durante las casi tres horas de debate.

Manfred Weber, presidente del PPE, la misma familia política de Juncker, lógicamente se sumó a su petición de unidad frente al populismo; destacó las ideas mayoritariamente favorables a Europa entre la juventud: “para los jóvenes europeos, Europa significa un futuro mejor”; y añadió que “los europeos no quieren una Europa dividida, quieren soluciones”.

El líder del S&D, Gianni Pittella, alabó la “capacidad de reaccionar” de Juncker tras el brexit y aprovechó su intervención para criticar el empeño alemán por la austeridad. También agradeció la respuesta positiva de Juncker a las propuestas de su grupo sobre crecimiento sostenible, el plan de inversión, el empleo y la lucha contra la evasión fiscal. Y tildó el discurso de Juncker de “consciente y responsable”.

Desde el grupo CRE, liderado por los conservadores británicos, SyedKamall, advirtió del riesgo de que otros países sigan los pasos del Reino Unido si la UE no cambia. Mientras que el jefe de filas de los liberales de ADLE, GuyVerhofstadt, coincidió con el presidente de la Comisión en pedir una “Europa fuerte que recupere el control”.

En nombre de Los Verdes, Rebecca Harms, también pidió unidad para defender “los intereses y valores de la UE”. La presidenta de la Izquierda Unitaria Europea, Gabrielle Zimmer, por su parte, reclamó una “nueva Europa más social y democrática”.

El líder de ELDD, Nigel Farage, dijo estar “satisfecho” de que el Reino Unido votase brexit porque, en su opinión, la UE no va a aprender lecciones de lo ocurrido. Y la lideresa del ENL, Marine Le Pen, defendió que los gobiernos nacionales recuperen “soberanía e independencia”.

Y ahora ¿qué?

Las propuestas de Juncker se irán concretando de aquí a finales de año. El Parlamento Europeo, por su parte, participa de manera activa en la definición del programa de trabajo de la Comisión Europea. En julio, los eurodiputados adoptaron una resolución que marcaba sus prioridades y expectativas antes del debate sobre el estado de la Unión. Después del debate, la Eurocámara recibió una carta de la Comisión que recogía las prioridades para el año próximo. El programa de trabajo de la Comisión, ultimado a principios de octubre, será debatido en el pleno de finales de octubre.

Por primera vez, las tres instituciones de la UE (Parlamento, Consejo y Comisión) debatirán y propondrán una declaración conjunta que marque los objetivos y las prioridades del año siguiente. Esta declaración es un logro del nuevo acuerdo interinstitucional alcanzado en la pasada primavera para mejorar el procedimiento legislativo. Por primera vez, reitero, el Consejo forma parte del procedimiento y deberá definir junto al Parlamento y a la Comisión el programa de trabajo de la Unión.

Jaume Duch. Director y portavoz del Parlamento Europeo

Artículo escrito en cooperación con Antonio León y María Ruiz, colegas de la unidad de comunicación web del Parlamento Europeo

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