En Justicia e Interior

– Sheetal B. Joshi – 

La crisis financiera tuvo un impacto tan devastador sobre el empleo que, ocho años después, sigue siendo un problema de gravedad tanto en la calle como en las instituciones públicas. Millones de personas siguen sin encontrar trabajo, hecho que afecta a la economía de los hogares españoles. Mientras tanto, los políticos siguen debatiendo la mejor forma de gestionar el mercado laboral con el fin de poder saldar la deuda con el Eurogrupo y cumplir con las condiciones estipuladas en el MoE, que permitió a España disponer de 41,3 mil millones de euros para evitar el colapso del sistema financiero.

La destrucción masiva de puestos de trabajo en España tiene su origen en la alta concentración de creación de empleo en el sector inmobiliario y de la construcción durante los años de expansión económica. Cuando estallaron las burbujas, millones de personas con formación y habilidades pocos transferibles a otros sectores se quedaron sin empleo. El número de ocupados alcanzó la cifra record de 20,7 millones en 2007, si bien en el último año de expansión económica comenzó a disminuir, especialmente entre 2008 y 2009, hasta llegar a su nivel más bajo tras el comienzo de la crisis: 16,95 millones en el primer trimestre de 2014. A partir de ese mismo año, las cifras se incrementaron, aunque con frecuentes altibajos entre los trimestres. Los últimos datos indican que, en el tercer trimestre de 2016, había una media de 18,5 millones de personas empleadas.

A pesar de este incremento, es importante comparar las cifras de desempleo en España con los datos del resto de los países de la Unión Europa para entender la gravedad de la situación en la que continúa el país y la necesidad de seguir buscando una solución efectiva. Según las últimas cifras de Eurostat presentadas para el tercer trimestre de 2016, la media de desempleo en la Zona Euro es de un 10% de la población activa. En España, esta cifra se eleva al 19,4%, solo por delante de Grecia, que cuenta con un 23,3% [1].

Estas tasas de desempleo únicamente recogen los datos sobre la población activa. Por ello, hay que tener en cuenta que este contexto ha propiciado un incremento de la población inactiva, que no se tiene en cuenta en el cálculo de la tasa de paro. En un estudio publicado por el INE, este colectivo tuvo su mayor índice de crecimiento entre los primeros trimestres de 2011 y 2014. Aunque estaba formado mayoritariamente por adultos en edad de jubilación (65 años), durante este periodo se les sumó un nuevo segmento poblacional que había perdido la esperanza en encontrar empleo. Tomando como referencia el periodo comprendido entre el primer trimestre de 2011 y el tercer trimestre de 2012, aproximadamente 75.000 personas pasaron a la inactividad por esta razón, la mayoría de las cuales superaba los 55 años de edad [2].

Los intentos por parte de los gobiernos de José Luis Zapatero y Mariano Rajoy, con recomendaciones de la Comisión Europea, de implementar reformas en el mercado laboral para incrementar la flexibilidad, y por ende la eficiencia, han cambiado el panorama del mercado en muchos aspectos.

Uno de ellos es el gran incremento en el porcentaje de personas con empleo a tiempo parcial. Mientras que en 2004 solo representaba el 8,4% de la población activa, en el año 2015 esta cifra ascendía al 15,5% [3]. Si bien este incremento no es una mala noticia en sí misma, cabe reflexionar sobre si se debe a que los contratados no consiguen encontrar trabajo a tiempo completo. El empleo involuntario a tiempo parcial contribuye significativamente a la precariedad del mercado laboral, ya que los empleados no solo trabajan menos horas, sino que adquieren menor poder adquisitivo por hora que los empleados a tiempo completo [4].

Otro aspecto importante a destacar es el uso extendido de contratos temporales. A pesar de que este tipo de contrato fue incorporado al mercado de trabajo en 1984 con el fin de suavizar las condiciones laborales e incentivar la contratación durante tiempos de bajo empleo, en 1997 un tercio de todos los contratos eran temporales. En 2015, algo más de un cuarto de empleados contaba con un contrato temporal, la tasa más alta en todos los países en la OCDE [5]. Además, en España hay menos transición del trabajo temporal a indefinido que en la mayoría de los países, situación que propicia que los empleados cambien de empleo con alta frecuencia. Esta continua rotación de personal da como resultado una población activa muy débil, ya que no requiere de inversión en formación y desarrollo por parte del contratante [6].

Hasta el momento, los expertos difieren en su evaluación de si estas reformas han influido en la bajada de la tasa de paro que comenzó en el 2014. Mientras algunos consideran que el éxito de las reformas se refleja en la bajada de la tasa, otros defienden que este descenso se debe  a la naturaleza cíclica de la economía que tiende a corregirse por sí misma.

Ya que en estos días se vuelve a debatir sobre la derogación o no de las reformas, es necesario reflexionar sobre las necesidades del país en todos sus pilares fundamentales, tanto a nivel nacional como europeo. Precisamente, uno de los cinco objetivos de la iniciativa Europa 2020 está relacionado con el empleo. El fin es asegurar que, para el año 2020, el 75% de todas las personas de entre 20 y 64 años estarán empleadas. Según los últimos datos de 2015, España se situaba en un 62%, mientras que la media en la UE se situaba en el 70,1%[7].

[1] Eurostat

[2] INE (2014). Análisis de la evolución reciente de la población activa en España.

[3] Eurostat: Part-Time Employment Rate

[4] Goerlich Gisbert, Francisco J. (2016). Distribución de Renta, Crisis Económico y Políticas Redistributivas. Fundacion BBVA. Pg. 69

[5] Chislette W. (2016). A New Course for Spain: Beyond the Crisis. Real Instituto Elcano. Pg. 35

[6] Ibid

[7] Eurostat. Europe 2020

Sheetal B. Joshi. Antigua alumna del Máster en Relaciones Internacionales del Instituto Universitario de Estudios Europeos

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