– José María Galán Martínez –
En septiembre de 1996 asistí al Encuentro sobre Juventud de Cabueñes, unas jornadas que organiza anualmente el Injuve en Gijón, y concretamente participé en el Seminario “Voluntariado y Servicio Civil Europeo”. Desde Juventud de la Comunidad de Madrid habíamos puesto en marcha una serie de programas para que objetores de conciencia realizaran la Prestación Social Sustitutoria del Servicio Militar; ese era el motivo principal de mi presencia en el seminario. En el transcurso del mismo nos presentaron una iniciativa de la Comisión Europea, el Servicio Voluntario Europeo, que desde el primer momento me interesó y me pareció que podía tener recorrido. Contemplado ahora, después de veinte años, creo que incluso me quedé corto en la previsión. Su influencia ha sido extraordinaria sobre la inmensa mayoría de los jóvenes que han tenido la oportunidad de hacerlo.
Han pasado bastantes años y el SVE, siglas con las que es conocido en España, ha variado algunas condiciones y características, pero la idea originaria se mantiene inalterable. Se trata de facilitar que los jóvenes puedan integrarse en proyectos de voluntariado en un país distinto al de su residencia habitual. Se trata pues de un programa para facilitar la movilidad juvenil, pero no sólo pretende la movilidad, sino que busca que haya una interacción producto de la integración del joven en la comunidad local de acogida, de manera que tanto el joven que llega como la comunidad local que recibe se vean influenciados y favorecidos por esta actividad.
Empezó como una acción piloto, a modo de prueba y de forma casi clandestina, pero enseguida tuvo difusión y repercusión entre sectores de la juventud. Cuando en el año 2000 la Comisión Europea puso en marcha su programa Juventud para el periodo 2000-2006, ya integró en él al SVE como Acción 2 del mismo. El heredero de este programa fue La Juventud en acción para el periodo 2007-2013 y en él siguió el SVE. En 2014 al integrar la Comisión Europea todos sus programas de formación, educación, juventud y deporte en Erasmus+, el SVE se incluyo también en él, ya totalmente asentado y conocido por un número creciente de jóvenes así como por organizaciones e instituciones relacionadas tanto con el mundo del voluntariado como con la juventud.
El SVE, es ante todo, una actividad de educación no formal que supone para los jóvenes una experiencia de aprendizaje por la que adquieren o mejoran competencias para su desarrollo personal, educativo, formativo y profesional, así como para su integración social. El objetivo que se marca la Comisión Europea es desarrollar la solidaridad y promover la tolerancia entre los jóvenes, impulsando la ciudadanía activa y la comprensión entre ellos, de forma que se contribuya a reforzar la cohesión social en la Unión Europea.
Para los jóvenes que pretendan acceder al SVE, el único requisito es tener entre 17 y 30 años de edad. Eso no quiere decir que con estar en ese marco de edad ya se es un voluntario de SVE; hay que tener motivación para colaborar en un proyecto de voluntariado y actitud de integrarse en una comunidad local que no es la suya de origen. Los jóvenes deben ser conscientes de que adquieren un compromiso que les supondrá unos derechos, pero también unas obligaciones. No se trata de un voluntariado ocasional, no estructurado o a tiempo parcial; tampoco se trata de un periodo de prácticas en una empresa, no incluye empleo remunerado, no son actividades recreativas o turísticas ni un curso de idiomas. No es explotación de mano de obra barata ni un periodo de estudios o formación profesional en el extranjero.
Durante estos veinte años han sido miles los jóvenes que han participado en el SVE, no en número tan elevado como los Erasmus universitarios, pero sí muy significativo. Aunque más importante que el número es la influencia que este servicio ha ejercido sobre los jóvenes y sobre las comunidades locales donde han estado presentes y han desarrollado sus experiencias. En este sentido, destacaría los comentarios de los propios jóvenes al acabar su actividad o un tiempo después. Normalmente hacen hincapié en la alta trascendencia que ha tenido para sus vidas. Al integrarse en una realidad que puede ser distinta a la que ellos conocían y, sobre todo, al implicarse en la comunidad local, sus percepciones y sensaciones quedan influidas. En bastantes casos un mismo joven ha realizado un Erasmus universitario y un Servicio Voluntario; cuando es así, habitualmente te dicen que el nivel de implicación y de afectación es significativamente mayor en el Servicio Voluntario.
Obviamente no todo ha sido un camino de rosas en el discurrir del SVE a lo largo de tantos años. Ha habido jóvenes que no se han adaptado y proyectos que por unas causas u otras han sido suspendidos o cancelados. Se han dado casos de organizaciones que no han cumplido con sus compromisos. El porcentaje de estos casos es, afortunadamente, muy bajo, pero se ha dado y lamentablemente se seguirá dando. Lo bueno que tiene el programa es que tiene una estructura que ofrece muchas garantías para el joven voluntario.
Para que se lleve a cabo un proyecto de SVE debe haber desde el inicio un acuerdo a tres bandas: voluntario – organización de envío – organización de acogida. Estas tres partes siempre deben existir. Puede que haya más de un organización de acogida o que se trate de un proyecto de un grupo de voluntarios, pero como mínimo deben estar los tres elementos. El voluntario tendrá un tutor en el proyecto, aparte de uno o varios supervisores de actividad. Este tutor será su referencia fundamental para cualquier incidencia o problema, tanto en la actividad como de sus condiciones de vida (alojamiento, manutención…). Pero no sólo el tutor le puede ayudar; puede darse el caso de que la incidencia sea por discrepancias voluntario – tutor, así que la organización de acogida y la organización de envío deben estar atentas para apoyarle ante un problema. Además, la Agencia Nacional del país donde se ubique ese proyecto debe cuidar de que todos se desarrollen conforme a lo estipulado, y podrá intervenir en caso de que no sea así.
En definitiva, estamos ante una opción para los jóvenes de participar en un programa de movilidad en el que no sólo ellos van a verse favorecidos por la experiencia, sino que otros se van a beneficiar de su participación. Estamos hablando de proyectos de voluntariado que pueden abarcar distintas temáticas y sectores: apoyo a la infancia, a la juventud, a los mayores, a enfermos, a discapacitados físicos y/o psíquicos, inmigración, medio ambiente, cultura…
José María Galán Martínez. Responsable del Servicio Voluntario Europeo (SVE) en la Comunidad de Madrid. Miembro de la Agencia Nacional Española del programa Erasmus + Juventud