En Justicia e Interior

– Enrique Fanjul – 

Las relaciones económicas entre la Unión Europea y China afrontan una etapa de cambios, con nuevas oportunidades en el horizonte pero también con contradicciones y potenciales conflictos. La iniciativa china de La Nueva Ruta de la Seda abre grandes oportunidades para el comercio y las inversiones entre los países europeos y China. Pero a corto plazo la concesión del denominado “status de economía de mercado” a China puede dar lugar a una disputa comercial. Por otro lado, las empresas europeas se muestran crecientemente descontentas por el marco de negocios en China, y en especial por la discriminación que sufren en relación con las empresas chinas.

La estrategia china de La Nueva Ruta de la Seda ha sido bautizada con el nombre de “Una Franja, una Ruta” (aunque se utiliza con frecuencia la denominación con sus iniciales en inglés, OBOR (“One Belt, One Road”). Cientos de miles de millones de euros van a ser invertidos en proyectos como ferrocarriles, puertos, oleoductos y gasoductos, centrales eléctricas, etc., con el objetivo de mejorar la conexión y los transportes entre China y la vasta zona euroasiática, África oriental y el Mediterráneo.

Las implicaciones de OBOR han sido poco estudiadas hasta el momento. Un trabajo reciente de interés es el de Alicia García-Herrro y Jianwei Xu [I], publicado por el Instituto Bruegel. Su conclusión básica es que la reducción de los costes de transporte facilitará un gran aumento del comercio en los países europeos, de un 6% (como puede verse en el cuadro adjunto). En la región asiática también crecerá el comercio, pero en menor medida, un 3%, mientras que el resto del mundo experimentará una muy ligera reducción de los flujos comerciales.

Figura 1: Impacto de la Nueva Ruta de la Seda sobre el comercio

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Fuente: Alicia García-Herrero y Jianwei Xu (ver referencia completa en las notas al final del post)

 

La cuestión del status de economía de mercado

La iniciativa OBOR abre pues grandes expectativas a largo plazo para sectores industriales y de servicios europeos. Pero a corto plazo las relaciones UE – China van a tropezar con el tema del status de economía de mercado. Sin entrar en las complejidades técnicas del tema, digamos de forma resumida que el acuerdo de accesión de China a la Organización Mundial de Comercio de 2001 contemplaba que, 15 años después de la firma del protocolo de accesión (es decir, a fines del presente año 2016), China recibiría de hecho el reconocimiento como economía de mercado. La implicación práctica de ello es que se dificultaría enormemente la aplicación de medidas antidumping contra los productos chinos.

El tema tiene una gran importancia para la industria, y el empleo, en la UE. China es con diferencia el primer destinatario de medidas antidumping de la UE. A fines de 2015, la UE tenía en aplicación 87 medidas antidumping, de las que más de la mitad, 51, correspondían a China. Un trabajo del think tank francés CEPII [II] estima que la concesión del status de economía de mercado a China supondría un notable aumento de sus exportaciones a la UE, que podría llegar hasta un 21%.

Hay que tener en cuenta que las medidas antidumping están fuertemente concentradas en algunos sectores. Los productos siderúrgicos y químicos son los más afectados. El levantamiento de medidas antidumping afectaría seriamente a estos sectores en Europa, y lógicamente a su empleo. Se ha desarrollado así en los últimos tiempos una corriente de lobby en contra de la concesión del status de economía de mercado a China o, si no hay más remedio que concederlo en virtud de su acuerdo de accesión a la OMC, que se articulen otras medidas que protejan los sectores europeos afectados.

Al tema del status de economía de mercado se añade el creciente descontento de las empresas europeas en el mercado chino, que consideran que se las trata de forma discriminatoria en relación con las empresas locales. El gráfico adjunto está extraído del último estudio de la Cámara de Comercio europea en China acerca del marco de negocios para las empresas europeas (elaborado en base a una encuesta entre éstas), y recoge algunas de las conclusiones más significativas del mismo. Un 57% de las empresas encuestadas consideran que las corporaciones extranjeras reciben un tratamiento desfavorable en comparación con las empresas domésticas chinas.

Este descontento se sintetiza en la apreciación de que un 70% de las empresas sienten que son menos bienvenidas en China que hace diez años.

Como contraste, las empresas chinas están invirtiendo en Europa, en sectores muy diversos, sin cortapisas ni limitaciones. Según la Cámara de Comercio europea, existe una falta de reciprocidad entre el tratamiento que reciben las empresas chinas en el mercado europeo y las empresas europeas en el mercado chino.

Por ello, se pide en el estudio de la Cámara de Comercio la negociación de un acuerdo sobre inversiones entre la UE y China que garantice la reciprocidad en el tratamiento que reciben las empresas.

Figura 2: Las opiniones de las empresas europeas sobre el marco de negocios en China

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Fuente: “European Business in China – Position Paper 2016-2017”, The European Union Chamber of Commerce in China

Una difícil solución

¿Qué pasará? ¿Concederá la UE el status de economía de mercado a China, algo a lo que este país entiende que tiene derecho de forma automática en función de los compromisos en el seno de la OMC?

Es difícil hacer pronósticos. Hay algo que está claro: al margen del acuerdo de accesión a la OMC, China dista mucho de ser una economía de mercado. El gobierno del Partido Comunista controla la actividad económica de una forma que está muy alejada de cualquier idea de economía de mercado. Las empresas estatales siguen teniendo un peso determinante, y su largamente anunciada reforma está paralizada. Incluso las empresas privadas no son privadas en el sentido en que lo son en otras partes del mundo, porque están sometidas al control y las instrucciones de las autoridades, sobre todo las empresas de gran tamaño.

En los últimos meses ha empezado a desarrollarse una línea de opinión según la cual la UE no tendrá más remedio que conceder el status de economía de mercado a China, porque así obliga su acuerdo de accesión a la OMC. Pero la UE no puede abrir las puertas de sus mercados a una invasión de productos chinos, en unos momentos además en que muchos sectores industriales chinos tienen grandes excesos de capacidad.

Por ello, la UE debe desarrollar un nuevo sistema que permita seguir aplicando medidas de protección frente a la importación de productos por debajo de lo que razonablemente se pueda considerar su precio de mercado.

En paralelo, China debe comprender el creciente descontento de las empresas extranjeras en su mercado (no sólo las europeas; la Cámara de Comercio americana también ha publicado estudios muy críticos sobre el marco de negocios en China). Y que si aspira a ser reconocida como una economía de mercado en la escena internacional, tiene que comportarse como tal. El status de economía de mercado es incompatible con el mantenimiento de discriminaciones flagrantes a favor de las empresas locales frente a las empresas extranjeras.

[I] García-Herrero, Alicia, y Xu, Jianwei, “China’s Belt and Road Initiative: can Europe expect trade gains?”,  Bruegel, 2016.

[II] Bellora, Cecilia, y Jean, Sébastien, “Granting Market Economy Status to China in the EU: An Economic Impact Assessment”, CEPII, Policy Brief, 2016.

Enrique Fanjul. Profesor del Máster en Relaciones Internacionales del Instituto Universitario de Estudios Europeos

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