En Justicia e Interior

– Álvaro Ramírez Olmos – 

¿Está el mundo aproximándose sin saberlo a una segunda Guerra Fría? Todo nos hace indicar que sí y es que en los últimos meses se han ido sucediendo una serie de episodios que evidencian que las relaciones entre Estados Unidos y Rusia no pasan por su mejor momento. Sin ir más lejos, en Moscú no gustó en absoluto que, en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 presentada el pasado mes de diciembre por el Presidente Donald Trump, Rusia apareciera catalogado como “revisionist power”. Por su parte, en Washington aún colea la rueda de prensa ofrecida por el Ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov el pasado mes de enero en la que habló de la postura de la Federación Rusa en relación con las principales cuestiones de la actualidad internacional. Básicamente, el MAE Lavrov adujo que Estados Unidos era el causante de todos los males, aunque hizo especial énfasis en la crisis de Irán y Corea del Norte.

Otro de los puntos conflictivos tiene que ver con la guerra mediática que están lidiando ambos países y es que la respuesta rusa al requerimiento del Departamento de Justicia Americano para la inclusión de Russia Today y Sputnik en el Foreign Agents Registration no se ha hecho esperar. La Duma Estatal ya ha aprobado una serie de enmiendas a su Ley de Medios de Comunicación, con el fin de endurecer la norma aprobada en octubre pasado. Desde ya se va a comenzar a exigir a ciertos medios de comunicación foráneos la obligación de utilizar la denominación “agente extranjero” en todas sus emisiones y se les va a poner trabas a la hora de participar en contratos ofertados por las distintas Administraciones Públicas rusas. En la lista han sido incluido nueve medios por el momento, todos ellos norteamericanos.

En lo que se refiere a la crisis en Ucrania, todavía sigue abierta la ventana de diálogo a través de los contactos regulares entre el Representante Especial Kurt Volker y su homólogo ruso, Vladislav Surkov. En la última reunión oficial entre ambos, que ha tenido lugar hace escasos días en Dubai, Estados Unidos presentó un plan bastante detallado para el despliegue gradual de una Misión de las Naciones Unidas que iría acompañada por la implementación de ciertos puntos aprobados en los Acuerdos de Minsk. Rusia aún no ha aceptado dicha proposición.

Finalmente, desde esta columna entendemos que esta escalada de hostilidad mutua, agravada por lo impredecible de los actuales líderes, puede acabar degenerando en una nueva Guerra Fría, que a diferencia de la acaecida en la segunda mitad del siglo pasado, no confronte a dos países que se miran a los ojos, sino que enfrente a una potencia dominante en horas bajas y a un aspirante a derrocarle.

Álvaro Ramírez Olmos. Alumno del Máster en Relaciones Internacionales del Instituto Universitario de Estudios Europeos.

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