En Justicia e Interior

– Cristina Manzano – 

Nadie se atrevería cuestionar a estas alturas la necesidad de escuchar más a los ciudadanas y ciudadanos europeos a la hora de diseñar y de debatir sobre el futuro de la Unión. La desafección, la lejanía del proyecto europeo, las constantes acusaciones de falta de transparencia y, sobre todo, de legitimidad, de elitismo, se pueden combatir con la colaboración activa de la ciudadanía. La cuestión es cómo.

Desde hace varios meses, numerosas iniciativas en todo el continente tratan de dar respuesta a ese cómo, con la organización de un buen número de actividades dirigidas a potenciar la deliberación y la participación ciudadana. El impulsor, una vez más en esta etapa de reflexión urgente sobre hacia dónde quiere ir la UE, ha sido el presidente francés, Emmanuel Macron.

El lugar elegido para presentar su propuesta, frente a la Acrópolis de Atenas, no pudo ser más emblemático. Allí, en la cuna de la democracia, lanzó la invitación a organizar “convenciones democráticas”, con el fin de involucrar decididamente a los ciudadanos en dicho proceso de redefinición. Y el guante fue recogido por los Estados-miembro, que se han comprometido a facilitar dicho ejercicio, y a llevar cada uno sus propias conclusiones al Consejo Europeo de diciembre de 2018 (siempre que otras urgencias no lo impidan).

En ese contexto, he aquí dos propuestas que podrían mejorar la participación: la organización de jurados ciudadanos y el lanzamiento de una plataforma digital.

Jurados ciudadanos

Se trata de un innovador método –aunque lleva años aplicándose en algunos lugares– para tratar de incorporar la voz de la opinión pública a la toma de decisiones en asuntos complejos. Es indudable que la Unión Europea, en cualquiera de sus dimensiones, ofrece un excelente campo de pruebas para algo así.

Una reducida selección de ciudadanos –elegidos, eso sí, con criterios de representatividad– se dedica durante un número reducido de días a estudiar un asunto público, teniendo a su disposición toda la información necesaria y con la posibilidad de consultar expertos y fuentes adicionales. El objetivo final: presentar una serie de recomendaciones a los decisores políticos.

La práctica ha demostrado que las recomendaciones que salen de estos ejercicios tienden a reconciliar posturas antagónicas, con lo que contribuyen a reducir la polarización que suscitan determinadas cuestiones y a tener una mayor viabilidad.

Es un tipo de ejercicio que podría aplicarse a determinados asuntos europeos. Podrían abordarse, por ejemplo, temas tan pegados a la vida cotidiana como cómo reducir el uso del plástico en los hogares –ligado a la legislación que ya está elaborando el Parlamento Europeo–; u otros más polémicos, como qué hacer con los inmigrantes rescatados en alta mar.

En aras, precisamente, de la participación, tendrían que organizarse 27/28 jurados nacionales, para que el idioma no fuera un impedimento. En ese caso, habría que incorporar todas sus recomendaciones para lograr un corpus común. En última instancia, sin embargo, se podría plantear ocasionalmente un jurado auténticamente europeo.

Democracy R & D es una red global de organizaciones dedicadas a explorar y llevar a la práctica formatos novedosos para mejorar la democracia y que llevan años promoviendo los jurados ciudadanos. De momento, se han utilizado en el ámbito local y nacional, sobre todo en países como Australia, Canadá, Alemania, Irlanda, Nueva Zelanda.  Pero, ¿por qué no ampliarlo al terreno europeo?

Una plataforma digital

Teniendo en cuenta el papel que la tecnología desempeña en nuestras vidas, el elemento digital no puede quedar fuera a la hora de proponer formas innovadoras de participación ciudadana.

De hecho, ya está siendo aplicado en numerosos lugares. Por citar solo un ejemplo, un buen número de ciudades está utilizando Consul, una plataforma de software libre que da soporte digital a procesos de democracia participativa y directa. En nuestro entorno más cercano, el ejemplo más conocido es Decide Madrid, el portal del Ayuntamiento de Madrid en el que los vecinos pueden presentar, y votar, propuestas de mejora de la ciudad.

Según la propia web de Consul, 18 países, 90 gobiernos y 70 millones de ciudadanos están utilizando ya este servicio en muy diferentes procesos de participación.  Es además la base para el proyecto Más democracia en Europa que esglobal está desarrollando, con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, en relación a las convenciones democráticas que apuntaba Macron.

Como en el caso de los jurados, la aplicación de este tipo de herramientas ha estado ligada hasta ahora al ámbito local o nacional. ¿Por qué no lanzar, entonces, una plataforma de escala europea? Un Decide Europa que podría ayudar a recopilar, debatir, y canalizar propuestas de todos los ciudadanos de la UE en torno a un tema determinado.

Es cierto que volvemos a topar con la cuestión de los idiomas. Podría haber una conversación general en inglés, pero sería necesario que cualquier ciudadano pudiera expresarse en su propia lengua. Es algo en lo que, afortunadamente, la tecnología también ha avanzado mucho y ofrece ya soluciones muy eficaces.

Estaría, luego, la cuestión de los temas. Para poder ser práctico, habría que empezar por una cuestión lo suficientemente específica como para acotar el debate, pero sin que lo constriña. Propuestas para combatir las noticias falsas –un asunto en el que están implicadas las grandes corporaciones, los gobiernos, pero también, indudablemente, todos los ciudadanos– o para introducir desde la escuela contenidos que contribuyan a formar auténticos ciudadanos europeos podrían ser un punto de partida.

Por cierto: para que una plataforma así sea realmente eficaz, es fundamental el compromiso de los poderes públicos –sea cual sea su nivel– de recoger y considerar las propuestas recibidas por esta vía. De no ser así, se trataría de un ejercicio consultivo más, con su interés, pero sin mayor trascendencia.

Volviendo al principio. En un entorno cambiante, en donde los valores democráticos se ven cada día amenazados por tendencias autoritarias, la UE sigue representando uno de los mayores espacios de libertad y democracia del mundo. Para mantenerlo, será necesaria una mayor y más activa participación de toda la ciudadanía europea. La innovación aplicada a la política permite ahora poner en marcha proyectos para tratar de alcanzar dicha dinamización. En la medida en la que las personas de la UE sientan que participan del proyecto, estarán más dispuestas a defenderlo.

Cristina Manzano. Directora de esglobal y miembro del Consejo español de ECFR (European Council on Foreign Relations).

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