En Ciudadanía, Educación, Cultura, Política Exterior y de Seguridad

– Raquel García Llorente –

Desde la década de los noventa, ha habido una especial preocupación por el déficit democrático de la UE. Sin embargo, como señala Chris Bickerton, especialmente desde el fracaso de Constitución Europea, los intentos de reforzar la participación ciudadana han consistido en “iniciativas exclusivamente supervisadas y monitorizadas por los gobiernos nacionales y el funcionariado de la UE”. La Conferencia sobre el Futuro de Europa es el último gran ejemplo en este sentido: este proceso de reflexión, cuyo objetivo era poner en el centro a los ciudadanos, fue diseñado y puesto en marcha sin la opinión de los europeos. El resultado ha sido un proyecto de participación ciudadana de arriba abajo, que se ha caracterizado por una complicada estructura fruto de la falta de acuerdo entre las instituciones europeas sobre quién debía estar al frente de la Conferencia. Junto a esto, la participación ciudadana ha estado encorsetada a procesos, tiempos, espacios definidos y claramente delimitados con antelación. Es más, de acuerdo con las reglas de la Conferencia, la elaboración del informe final por parte del Pleno no necesitaba del visto bueno de los ciudadanos que formaban parte del mismo. ¿La falta de interés que ha despertado la Conferencia se debe a los elementos mencionados anteriormente? ¿O ha sido, quizás, por desconocimiento del público general?

De acuerdo con un reciente estudio de Hierlemann y Roch, la mayoría de los ciudadanos europeos no conocen los instrumentos de participación ciudadana con los que cuenta la Unión y apenas el 15% afirma que les resulta sencillo participar en la política de la UE. Parece difícil superar el déficit democrático en la UE con procesos de participación como la Conferencia sobre el Futuro de Europa, con un diseño complejo y tan lejano a la práctica democrática nacional a la que están acostumbrados los ciudadanos. Sin embargo, esto no explica por qué la plataforma digital multilingüe de la Conferencia, un espacio fácil y accesible, apenas tuvo 5 millones de visitantes cuando en la UE hay más de 447 millones de habitantes.

La creación de un público de ciudadanos europeos, que participen y se interesen por los asuntos que comparten en el seno de la Unión, requiere que, como afirma Luuk van Middelaar, los individuos asuman su doble papel nacional y europeo. La evolución observada de la UE justifica la importancia de asumir este doble gorro: los progresos en la integración europea de las últimas décadas han ido de la mano de un refuerzo del componente intergubernamental; el debate se ha europeizado pero, junto al interés por la política nacional de otros Estados miembros, el foco en cuestiones europeas se sigue abordando especialmente en términos de posiciones y prioridades de los diferentes Estados miembros en los asuntos que se abordan en el seno del Consejo Europeo.

En este escenario, la presidencia del Consejo de la Unión Europea es una oportunidad para avanzar hacia una conciencia europea de los ciudadanos. La presidencia rotatoria representa, precisamente, ese espacio intergubernamental de la UE. Asimismo, ante la lejanía que pueden suponer los asuntos europeos, canalizarlos mediante un enfoque nacional y, por tanto, más familiar para los ciudadanos, puede ser un mecanismo eficaz para fomentar la participación e interés de los europeos en el proyecto de integración. En definitiva, la presidencia semestral ayudaría a que los ciudadanos asumieran ese doble papel nacional y europeo de una manera coherente y que refleje las sinergias e interrelaciones entre los dos gorros.

A principios de 2021, cuando Francia iba a comenzar su presidencia rotatoria del Consejo de la UE, una encuesta arrojaba los siguientes resultados: solo el 49% de los franceses sabía que su país iba a asumir la presidencia semestral.

Si se llevase a cabo una encuesta similar en España, ¿qué porcentaje de españoles sabría que su país va a ocupar la presidencia del Consejo durante el segundo semestre de 2023? Es más, ¿sabrían decir para qué sirve exactamente?

Todavía quedan muchos meses para que España ocupe la presidencia rotatoria y, sin embargo, los trabajos preparatorios ya han empezado. Recientemente, el gobierno ha propuesto una lista de 25 ciudades españolas en las que tendrán lugar las reuniones de la presidencia. El objetivo es ‘acercar Europa a toda la ciudadanía’. No obstante, poco impacto real puede tener esta iniciativa si los ciudadanos no saben para qué sirve cada reunión, qué se va a tratar, en qué contexto se produce, cuáles son los resultados, etc.

Cuando se habla de acercar Europa -o la UE- a la ciudadanía, parece que es un ente abstracto, ajeno a los ciudadanos, que se ‘acerca’ y, por ende, también puede ‘alejarse’. Sin embargo, los ciudadanos son Europa y ésta emana en última instancia de ellos: más allá del Parlamento Europeo elegido por sufragio directo, el rumbo y las decisiones que se toman en la UE emanan en última instancia del conjunto de Estados miembros, cuyos jefes de Estado y de Gobierno han sido designados por sus respectivos electorados nacionales.

Desde este prisma, los ciudadanos no son meros espectadores o receptores, sino que construyen la Unión. La presidencia del Consejo puede ser una oportunidad para hacerles partícipes de ello. Diferentes medidas concretas pueden ayudar en esta dirección: incluir a los españoles en los trabajos preparatorios y tener en cuenta su opinión, preguntar cuáles son sus prioridades e inquietudes, qué temas deben ser abordados, construir espacios de reflexión entre decisores y ciudadanos, animar el intercambio de ideas con europeos de otros Estados, evaluar el resultado y los progresos de la presidencia española y comunicar para qué ha servido, etc. Sería útil realizar estas iniciativas en colaboración con comunidades autónomas y entidades locales, más cercanos a la realidad de los ciudadanos. De hecho, de acuerdo con el estudio citado anteriormente, mientras solo el 15% de los europeos encuentran sencillo participar en política a nivel europeo, este porcentaje asciende al 46% en el plano local. Estas medidas podrían ser, incluso, ejemplos de buenas prácticas para futuras presidencias.

En el marco de las conclusiones de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, la Comisión se ha comprometido a explorar nuevos mecanismos de participación ciudadana. No obstante, es posible que, de nuevo, alarguen al listado de herramientas ya existentes y de escaso éxito. Actuar a nivel de Estado miembro -más cercano y familiar a la ciudadanía- y en un contexto material concreto -la presidencia rotatoria- pueden ser una oportunidad para que avanzar en la consolidación del doble papel, nacional y europeo, de los individuos que forman parte de la Unión.

 

Raquel García Llorente, Investigadora especializada en Unión Europea en el Real Instituto Elcano.

 

Este artículo se incluye dentro del proyecto “Propuestas para la presidencia española de 2023: Ciudadanía europea, democracia y participación“.

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