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– Jerónimo Maillo –

Estas dos propuestas no son una novedad sino temas muy recurrentes, especialmente en la última década. La Conferencia sobre el Futuro de Europa las vuelve a incluir en las conclusiones de su informe final y entre las propuestas a implementar. Con ello, refuerza su actualidad e impulsa una nueva oportunidad para realizarlas. A lo largo de este breve artículo, intentaré explicar en qué consisten y por qué son importantes para la ciudadanía europea, cuáles son su pros y contras y qué reformas normativas requieren, para finalizar dando mi opinión sobre su situación actual y las probabilidades de implantación futura.

¿En qué consisten y cuál es su relevancia para la ciudadanía europea? Sus ventajas y sus objeciones o riesgos.

Son dos propuestas separadas que se podrían implantar de forma independiente, pero que están interrelacionadas y potenciarán su efecto positivo si se desarrollan conjuntamente. Por un lado, la creación de listas transnacionales para las elecciones al Parlamento Europeo y, por otro lado, el método de elección del Presidente de la Comisión Europea conocido como spitzenkandidaten.

El punto de partida de ambas propuestas es que, en el proceso político europeo, las claves  nacionales han prevalecido con demasiada frecuencia e indebidamente sobre las perspectivas europeas y, en consecuencia, han impedido interiorizar plenamente las consecuencias de la profunda interdependencia actual. Por tanto, conviene promover una política de la UE de “diferente naturaleza”, más basada en mayorías ideológicas transnacionales que en la mera negociación entre intereses nacionales. Esta transición es más relevante y urgente a medida que los retos son cada vez más transnacionales (europeos y/o globales) y la respuesta nacional a ellos es claramente insuficiente. Se busca impulsar la europeización y la democratización.

La creación de listas transnacionales o paneuropeas supone que, en las elecciones al Parlamento Europeo, un porcentaje al menos de los eurodiputados serían elegidos en base a una circunscripción única a nivel europeo. El objetivo es reducir la ‘nacionalización’ del debate electoral europeo. Es un medio para animar a hablar más de Europa, a centrarse más en el proyecto europeo y sus políticas, y a votar en base a temas europeos, tanto a nivel de programas como de campaña electoral. Una primera ventaja es que este nuevo sistema promovería la consolidación y visibilidad de los partidos europeos (en la actualidad todavía fragmentados por intereses nacionales). Además, desde un punto de vista práctico, este mecanismo promovería que los candidatos de cada lista fueran figuras suficientemente conocidas fuera de sus fronteras o al menos a aumentar su visibilidad. Para ello, se deberían promover candidatos de alto perfil, con suficiente capacidad lingüística para difundir su mensaje a un electorado transnacional más amplio. Finalmente, la votación de las elecciones europeas ganaría autonomía, eliminando o al menos mitigando el frecuente efecto premio/castigo centrado exclusivamente en clave nacional.

Al menos en una primera fase, el grueso de los eurodiputados continuaría siendo elegido en circunscripciones nacionales como hasta ahora. Las listas transnacionales deberían implantarse de forma progresiva y siempre evitando el riesgo de que los países pequeños queden infrarrepresentados.

El spitzenkandidaten alude a un método de elección del Presidente de la Comisión europea basado en los candidatos o cabezas de lista de los partidos políticos europeos en las elecciones al Parlamento europeo. Según este método, el Presidente debería ser el cabeza de lista del partido (o alianza de partidos) más votado(s) que consiga un respaldo mayoritario en el Parlamento europeo, aunque formalmente haya de obtener también el apoyo mayoritario y sea nombrado por el Consejo Europeo. La gran ventaja es vincular el voto del ciudadano a la elección del Presidente de la Comisión europea y, de este modo, hacerle sentir que su voto tiene influencia decisiva en tal nombramiento. Sería una elección (indirecta) del Presidente de la Comisión europea por la ciudadanía y un aumento de su legitimidad democrática. Podría contribuir a incrementar el interés del ciudadano por las elecciones europeas y por tanto su participación. Los riesgos y resistencias vienen de los gobiernos de los Estados miembros que se resisten a perder poder frente al Parlamento europeo. Quieren mantener su margen de maniobra a la vez que defienden que ellos también gozan de esa legitimidad democrática al surgir de las elecciones nacionales y que la propuesta no refleja la importancia de su peso en la Unión. En cualquier caso, el ciudadano debería ser consciente de que, al menos por ahora, el cambio se limitaría al presidente de la Comisión y no a toda la Comisión, que seguiría reflejando la mayoría en el Consejo y no la nueva mayoría de las elecciones europeas. Esto es relevante porque implica límites al cumplimiento del programa que defienda el futuro Presidente de la Comisión durante las elecciones y para algunos genera un riesgo posterior de decepción en el ciudadano europeo.

Ambas propuestas podrían contribuir conjuntamente a que las elecciones europeas no sean percibidas como de segundo orden y desarrolladas en clave nacional. A la vez que se empodera al ciudadano, se potencia la relevancia y mayor europeización de las elecciones.

Jurídicamente, ¿qué reformas normativas requieren? ¿Se pueden implantar sin reformar los Tratados? Su futuro: probabilidades de implantación y plazo

No es indispensable reformar el Tratado. Las listas transnacionales requieren la reforma del Acta Electoral Europea de 1976, relativa a un sistema y procedimiento electoral uniforme y la modificación de la Decisión UE por la que se establece la composición actual del Parlamento Europeo. El método del spitzenkandidaten se puede implantar en el marco de los Tratados actuales, como una buena práctica interinstitucional. De hecho, así se hizo en las elecciones de 2014 en las que el Consejo Europeo nombró a Juncker.

A mediados de año, el informe final de la Conferencia sobre el futuro de Europa relanzó las dos propuestas y el Parlamento europeo las ha recogido en una nueva propuesta que ha pasado al Consejo. La propuesta crea, junta a las nacionales, una circunscripción de la Unión, dotada con veintiocho escaños. Para garantizar una representación geográfica equilibrada en esas listas paneuropeas, los Estados miembros se agruparían en tres bloques, en función de su población, y se garantizaría una representación proporcional en las listas. Además se aprovecha para avanzar en la uniformidad del sistema electoral al promover la igualdad de género en las listas (listas cremallera o cuotas), fijar el 9 de mayo como jornada electoral en todos los países, establecer los 18 años como la edad mínima para concurrir a las elecciones, imponer un umbral electoral mínimo del 3,5 % de los votos emitidos en las circunscripciones de más de sesenta escaños, garantizar el acceso a las elecciones a todas las personas, también las que tienen una discapacidad, y permitir el voto por correo, además de plantear la creación de una nueva Autoridad Electoral Europea para supervisar el proceso. También apoya que los electores voten por el presidente o presidenta de la Comisión en un sistema de «candidatos principales» (Spitzenkandidaten) a través de las listas europeas.

De conformidad con el artículo 223 del TFUE, el Consejo debe pronunciarse por unanimidad. A continuación, los cambios legales volverán al Parlamento para el visto bueno de la Cámara, antes de ser aprobados por todos los Estados miembros según sus propios ordenamientos constitucionales. Estos estrictos requisitos que exigen unanimidad a nivel europeo y aprobación a nivel nacional (a veces con reformas incluso constitucionales), hacen improbable que los cambios, de ser aprobados, lleguen a tiempo para las elecciones de 2024. Además, persisten resistencias importantes -especialmente en lo que se refiere al spitzenkandidaten– que pueden dificultar, cuando no bloquear, algunas de las dos propuestas.  Con voluntad política se puede hacer, para 2024 o, a más tardar para 2029. Esperemos que esa voluntad política, que falló en ocasiones anteriores, sea posible en el futuro próximo.

 

Jerónimo Maillo, Catedrático de Derecho de la UE, Internacional Público y Relaciones Internacionales. Catedrático Jean Monnet. Universidad CEU San Pablo.

 

Este artículo se incluye dentro del proyecto “Propuestas para la presidencia española de 2023: Ciudadanía europea, democracia y participación“.

 

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