En Hablamos de Europa

-Diego Martínez-

El 14 de diciembre de 2023, Georgia recibió oficialmente el estatus de país candidato a la Unión Europea (UE). La decisión fue tomada por el Consejo Europeo durante una cumbre en Bruselas, y anunciada por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. La concesión del estatus de candidato a Georgia fue celebrada como un hito histórico tanto por las autoridades georgianas como por los representantes de la UE. Esta decisión supone un pequeño paso hacia delante un proceso que se prevé largo, pero que ya ha sorteado algunos obstáculos importantes.

Ciertamente, hasta 2022 Georgia había venido experimentando sucesivos retrocesos democráticos. En 2021, su puntuación media en el Índice de Democracia elaborado por The Economist Intelligence Unit’s (EIU) había disminuido por cuarto año consecutivo, hasta situarse en 5,12 puntos sobre diez, lo que representaba su puntuación más baja en una década y lo clasificaba como un «régimen híbrido». Por esta razón , en 2022 la Unión Europea se negó a conceder al país caucásico el estatus de candidato, limitándose a reconocer su «Perspectiva Europea» y dejando la puerta abierta a optar a la candidatura «una vez que se hayan abordado las doce prioridades especificadas en el dictamen de la Comisión sobre la solicitud de adhesión de Georgia».

Ese mismo año, Georgia revirtió la tendencia que lastraba sus perspectivas de integración, y su puntación en el Índice de Democracia aumentó modestamente hasta los 5,2, puntuación que mantuvo también en 2023. Fue durante este último año cuando, pese a la fuerte oposición de Hungría y al conflicto abierto con Rusia en Osetia del Sur y Abjasia, la Comisión Europea emitió una recomendación oficial para conceder el estatus de candidato a Georgiaque fue confirmada el 14 de diciembre, reconociendo que se habían dado los pasos suficientes en la buena dirección.

 

La UE ha reconocido que Georgia ha llevado a cabo importantes reformas en una serie de ámbitos y ha logrado aproximar su legislación con el acervo de la UE en muchos sectores, como se señala en el informe de la Comisión Europea sobre Georgia de 8 de noviembre de 2023. Se señaló que el objetivo de convertirse en miembro de la UE, que cuenta con el firme apoyo del pueblo de Georgia, del Gobierno y de todo el espectro político ha sido un motor clave a este respecto. La UE instó a todos los actores políticos de Georgia a dar muestras de una cooperación y un diálogo constructivos entre partidos, a superar la polarización y a abstenerse de acciones que pudieran agravar aún más las tensiones políticas y obstaculizar el programa de reformas del país (…).

Declaración conjunta a la prensa tras el 8º Consejo de Asociación de Asociación entre la UE y Georgia

 

EL LARGO CAMINO HACIA LA DEMOCRACIA

El proceso de democratización de Georgia está relacionado con los acontecimientos más relevantes de su historia reciente, siendo el más importante la desintegración de la Unión Soviética en 1991. Georgia es, por tanto, una «Democracia de Tercera Ola». En su obra «The Third Wave: Democratization in the Late Twentieth Century»Samuel P. Huntington definió la tercera ola de democratización como un movimiento global que comenzó en los años setenta y continuó hasta los noventa, gracias al colapso de los regímenes autoritarios en Europa del Este y América Latina, y a la extensión de la democracia en Asia y África.

En el caso de los Estados postsoviéticos, hay que tener en cuenta que, según el «Informe de Naciones en Transición» de 2012 elaborado por Freedom House, sólo tres de los 15 antiguos países soviéticos -Lituania, Letonia y Estonia-, han logrado constituirse como democracias liberales plenas. Desde esta perspectiva, Georgia siempre ha estado más cerca de la consolidación democrática que muchos de sus antiguos socios soviéticos, y la perspectiva de su adhesión a la Unión Europea ha sido una parte importante de la agenda durante las últimas décadas.

Geográficamente, Georgia está situada en el Cáucaso, entre Europa Oriental y Asia Occidental. Aunque puede considerarse un Estado euroasiático, desde un punto de vista histórico, cultural y político suele considerarse parte de Europa; de hecho, Georgia forma parte del Consejo de Europa desde 1999, cinco años después de que la Asamblea Parlamentaria permitiera a los países caucásicos (Georgia, Armenia y Azerbaiyán) elegir entre considerarse europeos o asiáticos. Políticamente, Georgia pasa a formar parte del Imperio ruso en el siglo XIX y obtuvo un breve periodo de independencia en 1918 antes de unirse a la URSS en 1921, donde permaneció hasta su colapso en 1991. Su historia democrática desde entonces ha sido turbulenta, principalmente debido a la excesiva polarización política.

LA POLARIZACIÓN POLÍTICA: UN FENÓMENO INSTITUCIONAL

Según Gegeshidze & De Waal (2021) en las últimas décadas, la excesiva polarización política ha venido frenando la transición de Georgia hacia un régimen democrático pleno y saludable. El informe Freedom House 2020 «Naciones en Transición» señalaba que «la polarización y la radicalización de la política y del espacio mediático se han convertido en una nueva normalidad en la vida política georgiana». Por su parte, la UE siempre ha considerado el fenómeno de la polarización como una «prioridad» en el proceso de integración georgiano. Esta dinámica de confrontación está hoy representada fundamentalmente por los dos principales partidos políticos: el Sueño Georgiano (GD), partido gobernante desde 2013, y el Movimiento Nacional Unido (UNM), que monopoliza la oposición.

Los investigadores afirman que «las raíces de la actual actual estado de profunda polarización política de Georgia se encuentran posiblemente en las escisiones dentro del movimiento nacional independentista a finales de la década de 1980» (Op. cit. p.5). Este fenómeno responde a la instauración de un sistema político bipartidista en que el partido gobernante tiende a acumular todo el poder, por lo que ambos tienen un gran interés en alimentar este sistema polarizado, ya que les ayuda a movilizar a su electorado sin dejar espacio a otros competidores. De hecho, tras su independencia, «se estableció un patrón por el que cada nuevo líder se legitimaba a sí mismo desafiando el legado de su predecesor» (Op. cit, p.7).

Sin embargo, las encuestas muestran que en realidad no existen grandes diferencias ideológicas entre la población, y en ningún caso diferencias irreconciliables (Kakhishvili et al., 2021). De hecho, «si tenemos en cuenta los dos partidos políticos más grandes, Sueño Georgiano y Movimiento Nacional, los resultados muestran que estos dos partidos tienen la misma posición en la mitad» de sus programas. Es decir, que «las preferencias de los votantes no indican la existencia de dos grupos sociales separados caracterizados por preferencias mutuamente excluyentes» (Op. cit.). El hecho de que no existan grandes diferencias ideológicas entre ellos demuestra la naturaleza eminentemente institucional de este fenómeno. En este sentido:

«La motivación de los dos partidos para presentar su lucha como una opción binaria para los georgianos, sin otra alternativa, es bastante evidente. El Sueño Georgiano no quiere competir con otra fuerza política creíble, y el UNM quiere conservar el derecho a formar un futuro gobierno y seguir siendo la única alternativa al Sueño Georgiano»

Gegeshidze & De Waal, 2021, p.9

La polarización política en Georgia no implica grandes diferencias ideológicas en la población. Existen, de hecho, consensos importantes en asuntos como los que refleja esta gráfica.

 

En resumidas cuentas, nos hallamos ante dos fenómenos convergentes: primero, ninguno de los dos grandes partidos tiene verdaderos incentivos internos para acabar con este modelo de gobierno basado en la polarización, ya que ambos se benefician de él. Segundo, el fenómeno de la polarización no implica necesariamente grandes diferencias ideológicas en la población; de hecho, existen en la sociedad georgiana consensos relevantes. Uno de ellos es el de la vocación europea de esta pequeña nación caucásica ubicada entre dos continentes.

Según las encuestas, el 83% de la población georgiana está a favor de adherirse a las estructuras europeas. El consenso es aún mayor cuando se trata de Rusia: el 87 por ciento cree que la relación actual entre ambos países es «mala» y el 88 por ciento cree que Rusia representa la «mayor amenaza política» para el país. Así pues, en términos de bloques, hay una posición clara -del 85 por ciento- en la sociedad georgiana sobre la necesidad de un acercamiento al «bloque occidental».

UN PAÍS CON VOCACIÓN EUROPEA

Recientemente, a raíz de la introducción de una ley de «agentes extranjeros», Georgia ha sido escenario de grandes protestas a favor de la integración europea. Esta propuesta de ley ha sido vista por muchos como un intento de reducir la influencia de la sociedad civil y los medios independientes en el país. Las manifestaciones, lideradas principalmente por jóvenes, han reflejado una vez más el compromiso de una parte significativa de la población georgiana con los valores europeos y su aspiración de adherirse a la UE.

Así pues, en ausencia de incentivos internos, creemos que la UE ofrece un marco alternativo que puede incentivar a los principales partidos a comprometerse con cambios en el modelo de gobernanza, creando un círculo virtuoso que impulse reformas positivas para el Estado de derecho. En esta línea se ha venido trabajando desde 2009, cuando la UE lanzó la Asociación Oriental (AO) como parte de la Política Europea de Vecindad, de la que Georgia es miembro. Esta iniciativa tuvo como objetivo «reforzar la asociación política y la integración económica» y promover reformas que «acerquen a los países socios a la UE alineando su legislación y sus normas con las de la UE «. En el marco de esta asociación, se han dado pasos concretos, como la liberalización del visado en 2017. Además, cada año la UE aporta unos 100 millones de euros para contribuir al programa de reformas de Georgia.

En esta línea, la UE y Georgia firmaron un Acuerdo de Asociación en junio de 2014, que entró plenamente en vigor en julio de 2016 y que sienta las bases para la asociación política y la integración económica. Tanto es así que, en conjunto, la UE es el mayor donante de Georgia. La mayor parte de estas políticas se han utilizado para ayudar a fortalecer y modernizar la economía georgiana, una de las prioridades para el pueblo georgiano. Más recientemente, dentro del Instrumento de Desarrollo y Cooperación Internacional – Europa Global (NDICI), la UE ha garantizado 340 millones de euros para el periodo 2021-2024 para Georgia.

Ahora, con el otorgamiento del estatus de país candidato a a Georgia, el país ha dado un significativo paso al frente hacia el horizonte europeo. Aunque el camino será largo, la perspectiva de adhesión a la UE ofrece por el momento un marco alternativo que podría incentivar cambios positivos en el modelo de gobernanza del país, apoyados por el consenso popular y el rechazo a la influencia rusa, consolidando así una relación estratégica que promete beneficios económicos y políticos a largo plazo.

 

Diego Martínez, asistente de investigación del Real Instituto Universitario de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo CEU.

Este artículo forma parte del proyecto Hablamos de Europa, financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España.

 

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES:

LIBROS Y PUBLICACIONES ACADÉMICAS:
  • Gegeshidze, G., & De Waal, T., (2021). Divided Georgia: A Hostage to Polarization. Carnegie Europehttps:// eu/2021/12/08/divided-georgia-hostage-to-polarization-pub-85937
  • “Georgia’s Political Crisis: Actors and Instruments of Polarization,” Caucasus Analytical Digest, Heinrich Böll Stiftung, September 2021, https://css.ethz.ch/content/dam/ethz/special-interest/gess/cis/center-for-securities-studies/ pdfs/CAD123.pdf
  • Huntington, Samuel (1993). The Third Wave: Democratization in the Late 20th Century volume 4 (Revised ed.). University of Oklahoma Press.
  • Courtney, G., Corboy, D., & Yalowitz, K., (s .f.). Rough and Tumble of Building Democracy in Georgia. Wilson Centerhttps://wilsoncenter.org/publication/rough-and-tumble-building-democracy-georgia
  • De Waal, , (2021). Georgian Democracy Is Dying By a Thousand Cuts. Carnegie Europehttps:// carnegieeurope.eu/strategiceurope/85300
  • Oanta, G. A. (2008). Rumanía y Bulgaria en la Unión Europea: de la adhesión a la integración. Revista De Derecho Comunitario Europeo12(29), 91-132. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2598374.pdf
  • Kakhishvili, L., Keshelava, D., Papava, G., Sichinava, D., (2021). «Panorama político de Georgia: diversidad, intersección de posiciones y espacios libres» Friedrich Ebert Stiftung [traducido por Google] https://library.fes.de/ pdf-files/bueros/georgien/18418-20220419.pdf
  • Stefanescu, B., (2004) La Transición de la Dictadura a la Democracia. Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 3, pp. 223-232 (p.229)
  • Pérez-Solórzano, N. (2016). Civil Society and EU Enlargement. OpenMind. https://bbvaopenmind.com/en/ articles/civil-society-and-eu-enlargement/https://www.bbvaopenmind.com/en/articles/civil-society-and-eu- enlargement/
  • Youngs, R., Milanese, N., Nicolaidis, K. (2022) Informal Civil Society: A Booster for European Democracy? Carnegie https://carnegieeurope.eu/2022/03/23/informal-civil-society-booster-for-european-democracy- pub-86665
  • Landman, T., (2010) Developing Democracy: Shared Experiences and EU Intentions. International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA) https://idea.int/sites/default/files/publications/chapters/the-role-of- the-european-union-in-democracy-building/eu-democracy-building-discussion-paper-6.pdf
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