– Ainhoa Uribe Otalora –
La Unión Europea ha sido siempre un espacio de defensa de la democracia, los derechos humanos, las libertades y la prosperidad económica. Sin embargo, hay muchos ciudadanos que no apoyan la UE porque creen que las ampliaciones, los retos de la globalización y la presión migratoria han hecho vulnerar su situación personal. La desafección europea es alta y la consecuencia directa es el resurgir de los populismos políticos y del euroescepticismo. De otro lado, en el territorio comunitario residen extranjeros que tampoco se sienten identificados con esta realidad. Por ello, mi propuesta es poner en valor la Unión, decir de nuevo, gracias, a la Unión Europea, por los logros alcanzados estos años. Partiendo de esa idea, habría que diseñar una campaña de marketing institucional con dos ejes: una para los ciudadanos comunitarios y otra para los extranjeros. La fundamentación de la propuesta reside en que es necesario relanzar la Marca UE para evitar que crezca el euroescepticismo u otros fenómenos de desafección que puedan suponer un ataque a la UE o a sus ciudadanos. El Brexit, las manifestaciones xenófobas ante los inmigrantes, el populismo político son síntomas de un problema mayor: los ciudadanos están insatisfechos con sus instituciones y se achaca buena parte de los males a la adopción de políticas comunitarias, a la creación de espacios de colaboración supranacionales en los que se pierde soberanía en pro, en este caso, de la Unión. En paralelo, hemos asistido a situaciones de violencia y terrorismo en territorio europeo que revelan un problema de integración social.
¿Es real esa desafección? ¿Está en crisis la Unión? El nivel de vida de los europeos no ha empeorado, pese a lo que se pueda pensar. En las encuestas, tanto europeas como nacionales, los ciudadanos califican con un valor medio de notable su nivel de vida. No obstante lo cual, sí es cierto que la percepción de los ciudadanos es de desconfianza hacia sus respectivos sistemas políticos y legales (teniendo la policía mejores ratios de confianza que las demás instituciones, por ejemplo). En esta línea, por países, según el Eurostat, los más satisfechos con su sistema político serían los ciudadanos de: Finlandia, Malta, Suecia, los Países Bajos y Luxemburgo. Fuera de la UE ofrecen valores positivos Noruega y Suiza. Pero, en unos y otros casos, ningún país concede un notable como valor medio a su sistema político, quedando los más satisfechos, cerca del mero “aprobado” (5 ó 6 puntos sobre 10). En el extremo opuesto, esto es, entre los más insatisfechos, nos encontramos a: Portugal, Eslovenia, España, Grecia e Italia, que puntúan con menos de 2 puntos sobre 10 a sus gobiernos en los distintos estudios de 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017.
Pese a todo ello, el sentimiento de simpatía hacia la Unión Europea se ha incrementado de forma reciente, puede que como consecuencia del miedo a un nuevo Brexit, entre otros. Este momento de auge pro-europeísta debería ser aprovechado por los gobiernos. Según el informe del Eurobarómetro (nº87) de agosto de 2017, la confianza en la Unión Europea va en aumento y está en su nivel más alto desde 2010. La mayoría de los europeos (56%) se muestran optimistas sobre el futuro de la UE, lo que supone un aumento de seis puntos porcentuales (p.p.), en comparación con el otoño de 2016. Los aumentos más significativos se observan en Francia (55%, + 14 p.p. desde el pasado otoño), Dinamarca (70%, + 13 p.p.) y Portugal (64%, + 10 p.p.). La confianza en la UE sigue en aumento y asciende a un 42% (36% en 2016 y 32 % en 2015). Aumentó, sobre todo, en Francia (41%, + 15 p.p.), en Dinamarca (56%, + 11 p.p.) y en Estonia (55 %, + 11 p.p.). También ha aumentado 10 puntos en Alemania, llegando a un 47%. Por último, cabe destacar que un 68% de los europeos se siente ciudadano de la UE, el nivel más alto registrado, hasta la fecha.
La autoidentificación de los europeos con la Unión mejora, por lo que las instituciones comunitarias deben hacer un esfuerzo para afianzar dichos sentimientos a medio y largo plazo. Dicho esfuerzo debe completarse con una campaña pro-europea para los no comunitarios. ¿Qué sucede con los inmigrantes? ¿Cómo se sienten tras llegar a la UE? Diversos estudios (Esipova, Rheault, Pugliese, Kanitkar, 2012) revelan que los inmigrantes presentan patrones inferiores de felicidad o de experiencias positivas que los residentes nacidos en la UE. Sin embargo, los inmigrantes manifiestan tener una mayor confianza en las instituciones nacionales del Estado de acogida, frente a los nacionales. Este es un dato que debe intentar potenciarse y ponerse en valor. La confianza en las instituciones puede generar también una mayor confianza en la Unión.
La campaña ThankUE sería una forma distinta de apoyar el proyecto comunitario, ya que esa pasión no debe ser solo de los ciudadanos comunitarios, sino también del resto de personas que residen en dicho territorio, para conseguir integrar en el espacio común las distintas culturas, religiones, lenguas y señas de identidad, siendo todas ellas respetuosas con los valores que defiende la UE. Unos y otros deben sentir el orgullo de pertenencia a la Unión. Por ello, es necesaria una campaña institucional, a gran escala, que ponga en valor la “Marca UE”, de la mano de todas las personas que sacan adelante ese proyecto. Una campaña publicitaria, en definitiva, basada en experiencias reales, en sentimientos, y en la creencia en que solo así se construye un futuro mejor para todos. Gracias UE.
Ainhoa Uribe Otalora. Vicedecana de la Facultad de Derecho de la Universidad CEU San Pablo y Profesora Titular de Ciencia Política. Doctora en Estudios Europeos por la Universidad CEU Cardenal Herrera, Máster en Ayuda Internacional Humanitaria por la Universidad de Deusto y experta en sistemas políticos comparados y procesos electorales.