– Salvador Martínez Rompeltien –
Son muchos los desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea y que deben ser afrontados en la “Conferencia sobre el futuro de Europa”. La propuesta planteada en las siguientes líneas se deriva de los principios o tradiciones comunes de los Estados miembros en cuanto a la vertiente del derecho a la igualdad como igualdad material, en conexión con el principio de solidaridad, y más en concreto el artículo 36 de la CDFUE que menciona explícitamente “el fin de promover la cohesión social y territorial de la Unión”.
Aparte de los problemas clásicos, como la pertinente adecuación del engranaje institucional, el avance en cuanto al carácter supranacional en detrimento del aspecto intergubernamental, el tan deseado pilar social o profundizar en las estrategias conjuntas ya implementadas para dar respuesta a la crisis del Covid-19, la cohesión territorial y la igualdad de oportunidades para la ciudadanía de territorios despoblados también debe ser una prioridad para la Unión europea en el momento presente.
En los últimos años ha empezado a calar en la opinión pública a nivel nacional la importancia de dar respuestas al fenómeno de la “España vaciada”. A la par, hemos visto como la escasez de viviendas y el deterioro del Medio Ambiente se hace cada vez más evidente en lo que bien podríamos denominar por contraste la “España abarrotada”.
En los últimos años ha empezado a calar en la opinión pública a nivel nacional la importancia de dar respuestas al fenómeno de la “España vaciada”.
El consumo del territorio en la costa, las aglomeraciones urbanas, la escasez de suelo en los territorios insulares o el daño medioambiental de zonas tan emblemáticas como la Manga del Mar Menor, nos ponen sobre aviso de los desequilibrios cada vez más acuciantes en la distribución de la población en nuestro país.
Pero este no es un fenómeno que afecte únicamente a España o a los Estados del Mediterráneo. Es un problema global que afecta a toda la Unión Europea. Bien es cierto que en distinta medida pero, al fin y al cabo, a todos afecta. De acuerdo a las estadísticas disponibles las zonas más afectadas por este fenómeno se encuentran en Europa central y del norte, Alemania oriental, el sur de Italia y el norte de España.
Aunque es cierto que la problemática de la despoblación ya goza de un acervo consolidado en las políticas de la Unión Europea, los hechos y la evolución del fenómeno demuestran que las medidas son claramente insuficientes.
Otro aspecto que quisiera destacar del reto al que nos enfrentamos es el carácter transversal de las políticas en este ámbito. A mi modo de ver la conectividad es un factor esencial. Factores como la doble insularidad, la desmantelación o obsolescencia en infraestructuras o medios de transporte como puede ser el tren de cercanías en el caso de España no hacen sino acentuar más la sensación de lejanía y abandono.
Factores como la doble insularidad, la desmantelación o obsolescencia en infraestructuras o medios de transporte como puede ser el tren de cercanías en el caso de España no hacen sino acentuar más la sensación de lejanía y abandono.
Tampoco podemos perder de vista el envejecimiento de la población en estos territorios y las consecuencias que de ello se derivan en cuanto a la necesidad de cuidados asistenciales.
Aparte de ello, no podemos pasar por alto la pérdida que supone a nivel cultural y de patrimonio histórico artístico el incalculable legado que suponen infinidad de pueblos, aldeas y parroquias que cada año se quedan sin quien las habite, mantenga sus casas, cultive sus tierras o mantenga viva su memoria.
Dar respuesta en clave interna a los retos de la “España vaciada” o al desierto demográfico que se enfrenta la Unión en grandes zonas de su territorio, nos afecta a todos. No simplemente a quien más lo sufre directamente por la escasez de oportunidades, déficit o ausencia en los servicios y sensación de exclusión. La población de las zonas más urbanas se beneficiaria enormemente del surgimiento de oportunidades reales en zonas rurales. Y ello sin renunciar a una vida moderna en plena era digital. Las posibilidades en cuanto al turismo interior, disponibilidad de productos agropecuarios de proximidad y la adecuada conservación del territorio nos repercute a todos. Incluso se podría aliviar la escasez de vivienda y las aglomeraciones si se dispone de los incentivos necesarios.
Creo que estamos en un punto de inflexión clave para el futuro de Europa. El Brexit ha supuesto un golpe duro y a nivel internacional la Unión sigue sin desempeñar un papel preponderante en la política exterior de los 27.
El Brexit ha supuesto un golpe duro y a nivel internacional la Unión sigue sin desempeñar un papel preponderante en la política exterior de los 27.
Por vez primera en la historia la Unión Europea va a endeudarse para financiar la recuperación de nuestra economía, apostando por lo que se ha venido en denominar el pacto verde y la economía digital. Ya casi nadie duda de la importancia de velar por la sostenibilidad de los recursos y de la importancia de que Europa no se puede quedar atrás en las nuevas tecnologías y la economía digital. No en vano estamos en lo que se ha venido en denominar el siglo de Asia y Europa no puede conformarse con ser un mero parque de atracciones de lo que en su momento fue, en un mundo cada vez más polarizado en el que China disputa a Estados Unidos su hegemonía mundial.
Estos factores, la fuerte inversión pública con los Fondos Next Generation que se prevé realizar desde ya, dotan a los Estados de una oportunidad única para asumir la “cohesión territorial” e implementar una solidaridad interterritorial que tome en cuenta el fenómeno de la despoblación.
Por último, y ya voy terminando estas breves reflexiones, si finalmente se lleva a cabo la tan deseada por muchos “Unión Fiscal” y no meramente “Monetaria” aquí sí deben implementarse medidas de “discriminación positiva” en pro de una igualdad real, para favorecer y compensar las dificultades de vivir en zonas de escasa densidad poblacional.
Simplemente decir que a nivel interno, vía impuestos de la renta, los Estados gozan de un amplio margen de maniobra para tener en cuenta este parámetro, de modo análogo a lo implementado para canarias con su régimen fiscal propio, pero desde una perspectiva de territorios que sufran despoblación.
Salvador Martínez Rompeltien, estudiante de doctorado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).