En Mundo, Política Exterior y de Seguridad

– Daniela María López-Torrijos Moya –

A lo largo de este último mes, la prensa se ha hecho eco de los numerosos eventos que han tenido lugar en la agenda internacional. Algunos de los más destacados, los encuentros entre el presidente estadounidense Joe Biden y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Los artículos periodísticos en su mayoría auguran una reconciliación Estados Unidos – Europa, que permita acortar poco a poco la distancia entre las potencias atlánticas, surgida durante la administración Trump (2017-2021). Sin embargo, otros consideran que el ‘trumpismo’ continuará, aunque de forma más moderada, acomodado a la política demócrata de la nueva administración (2021-actualidad).
Las elecciones estadounidenses de 2016 supusieron una ruptura en las relaciones transatlánticas de ambas potencias debido a la aplicación de la intermestics por parte de Trump. Esto significa la formulación de la política exterior, en función de los intereses de la política doméstica “America first”. Su administración ha dado prioridad al interés nacional, destinando mayor presupuesto a defensa para imponerse geoestratégicamente y volviendo a una política aislacionista en todos los ámbitos. Es precisamente en el económico, en el que se puede ver esto con mayor claridad. Sus políticas proteccionistas han impulsado el fair-trade frente al free-trade, priorizando la producción nacional frente a la globalización a través de impuestos y aranceles a los productos extranjeros. Por último, desde su posición realista y republicana, Trump se ha mostrado contrario a los organismos internacionales, retirándose de la OMS, abandonando el Pacto de París o manifestándose disconforme en la OTAN.
Estos tres pilares del ‘trumpismo’ se concretaron en diversas acciones y actitudes contra la Unión Europea, que provocaron tensión entre las potencias atlánticas. Su retórica se mostraba euroescepticista y partidaria de la primacía de la soberanía nacional por encima del proyecto de integración europea, aplaudiendo el Brexit y animando a algunos líderes europeos con proyectos nacionalistas e iliberales. Aunque lo más sonado, fue la imposición de los aranceles al acero y al aluminio -del 25% y 10% respectivamente en junio de 2018 a varias regiones del mundo, estando la Unión Europea entre las afectadas. A esta primera sonora noticia, siguieron otros productos que fueron incorporándose a la lista hasta diciembre de 2020, semanas antes de que el presidente
abandonara la Casa Blanca. La tensión económica con Europa, también se trasladó a la esfera internacional, en el ámbito de la guerra comercial con China, en la que si bien, ambas potencias transatlánticas la percibían como una amenaza, Estados Unidos fue mucho más contundente en sus medidas, decepcionado por las políticas de mano blanda implementadas por Bruselas.
La elección de Biden como cuadragésimo sexto presidente de los Estados Unidos, trajo a Europa un hálito de esperanza. La Unión Europea era consciente de los retos diplomáticos y políticos que supondría la reelección de Donald Trump, y por ello la victoria del candidato demócrata alegró tanto a la ciudadanía europea como a las jerarquías de Bruselas, que aspiraban con ello, a retomar el diálogo y abandonar las políticas llevadas a cabo por unos y otros -la Unión Europea también impuso sanciones económicas a algunos productos estadounidenses- en época de su predecesor. Sin embargo, la llegada de Biden al poder, se produce en un contexto de crisis sanitaria y económica, que requeriría reconstruir su país antes de lanzarse al ámbito internacional ha retomar el papel de Estados Unidos como líder internacional con su “America is back”.
Tras casi un año de baja actividad internacional, el inicio de este curso, se ha visto marcado por numerosos encuentros internacionales, como la cumbre del G20 -con una agenda marcada por el cambio climático y la pandemia-, la cumbre contra el cambio climático COP26 o la cumbre de la OTAN -con los sucesos de Afganistán como protagonistas. En este marco de reactivación de las relaciones internacionales, el presidente de los Estados Unidos se reunió con la presidenta de la Comisión Europea a finales de octubre, para firmar la suspensión de los aranceles al acero y al aluminio y el compromiso de la Unión Europea de revisar y eliminar aquellos que impuso.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. El acuerdo alcanzado sobre los aranceles es una suspensión, no una eliminación, prevista para un periodo de cinco años. Y, si bien cubre el periodo de la legislatura del americano, se dibuja una incógnita en el futuro a largo plazo. Además, son muchos los productos europeos que aún están sometidos a dichos aranceles, con lo que ello conlleva para el sector agrícola comunitario.
A las pocas semanas, se reunieron de nuevo en Washington, para discutir las consecuencias de la pandemia y las medidas para recuperarse de las mismas, el cambio climático y geopolítica. Además de abordar asuntos de gran preocupación y extrema actualidad, como la crisis ucraniana; se dialogó sobre los proyectos de cooperación internacional impulsados desde Estados Unidos y la Unión Europea Build Back Better World y el European Global Gateway -respectivamente- en un esfuerzo colaborativo por retomar las relaciones transatlánticas y olvidar pasadas tensiones. Siguiendo esta línea, las posturas norteamericana y europea respecto a China, convergen cada vez más cerca, abriendo un espacio de diálogo mucho mas profundo, para enfrentarse al gigante -aunque todavía emergente- económico. Ambas potencias creen necesario tomar medidas estrictas para minimizar su impacto en sendas economías.
A nivel internacional, la relación Estados Unidos – Unión Europea parece se adivina más cordial, sobre todo en el foro de la OTAN, aunque Biden ha dejado claro que espera una mayor colaboración por parte de la comunidad europea en la organización transatlántica.
Con todo ello, ¿qué se puede esperar de este acercamiento Biden – von der Leyen? La mayoría de expertos auguran una progresiva reconciliación aunque esta no signifique una eliminación del efecto del ‘trumpismo’, puesto que, de momento, el presidente norteamericano avanza con cautela y la Unión Europea aún recela por la pérdida de confianza sufrida en la legislatura del republicano. Estados Unidos y la Unión Europea volverán a alzarse como líderes en occidente, trabajando por un mayor entendimiento, pero Trump y sus políticas han dejado una huella perenne.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Daniela María López-Torrijos Moya, alumna del Máster Universitario en Relaciones Internacionales (2021-2022) de la Universidad CEU San Pablo.

Recommended Posts

Dejar un comentario

Start typing and press Enter to search