En Mundo, Política Comercial, Política de ampliación, Política Exterior y de Seguridad

– Javier Montero Cirilo –

La reciente expansión de los BRICS y su conversión a BRICS+ ha marcado un hito significativo reciente en la dinámica geopolítica mundial. Esta asociación política y económica, conformada inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica en 2010, se ha visto fortalecida con la reciente adhesión de Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán el 1 de enero de 2024. El propio término BRICS fue acuñado con anterioridad al nacimiento de la propia organización. Ya en el año 2001, el economista Jim O’Neill, introdujo en un informe para la institución financiera Goldman Sachs sobre la, por aquel entonces, previsible pujanza de Brasil, Rusia, India y China. Estas economías podrían convertirse en las cuatro dominantes para el año 2050 debido a su amplia población con clases medias en proceso de expansión, así como un crecimiento superior a la media global, la cual sería capaz de desbancar a las potencias tradicionales agrupadas en el G7. Estos países no perdieron la oportunidad de afianzar su naciente dominio al oficializar en Ekaterimburgo en 2009 un compromiso firme de alianza. Un año después, Sudáfrica se incorporó a dicha organización.

A lo largo de la siguiente década, agitada en términos económicos y geopolíticos, los BRICS han ganado peso e influencia a nivel mundial debido a su constante expansión financiera y comercial, así como a las sucesivas crisis que en este ámbito padecieron tanto en Europa como en los Estados Unidos. Ambos procesos han llevado a la creación de instituciones que desafían el orden económico basado en la primacía del dólar. Tal fue el caso de la creación del Banco de Desarrollo en 2014, que pretendía financiar a nivel global numerosos proyectos de ayuda al desarrollo. En este sentido, podemos apreciar la dimensión y los objetivos que tiene esta organización. Esta alianza no tiene como propósito formar una unión supranacional de países como es la Unión Europea, u otra organización bajo un acuerdo libre comercio más. Se orienta a canalizar progresivamente una cooperación política y comercial respetando la soberanía de los estados miembros. No obstante, los BRICS seguían en clara desventaja comercial en comparación con su principal competidor, el G7: mientras que este último representaba el 31% del comercio mundial, el primero concentraba el 19%.

En este contexto se celebró la XV Cumbre de los BRICS en Johannesburgo (Sudáfrica) el pasado mes agosto del 2023. En él, se hizo una apuesta decisiva por abrirse hacia los países del Sur, aglutinando países que con determinada fuerza regional que pudieran ejercer de contrapeso económico a los países del Norte Global. De esta forma se confirmó la invitación a seis países para entrar dentro del grupo en enero de 2024: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Finalmente, la victoria del anarcoliberal Javier Millei en las elecciones presidenciales argentinas, hizo que este país declinase la invitación en aras de pedir la reincorporación a la OCDE

La ampliación en enero de 2024 a once países miembros y la reconversión de la alianza a BRICS+, no solo se sustancia en un engrosamiento cuantitativo de los datos de la organización. También supone la introducción de nuevos actores en el escenario geopolítico a nivel global o bien, la modificación de las sinergias existentes. El bloque económico resultante abarca en la actualidad al 45,5% de la población a nivel global; así como el 35,85% del PIB total y el 25% del comercio mundial. Asimismo, con la incorporación de tres de los países miembros más importantes de la OPEP (Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos), el grupo se erige crucial en la toma de decisiones energéticas a nivel global. De acuerdo con los datos, los BRICS+ representan el 52% de las emisiones de CO2 y el 42% de la producción de petróleo de todo el planeta.

No obstante, dicho proceso de expansión conllevará una serie de desafíos y controversias que con probabilidad afectarán a la organización; principalmente, en la cohesión y las dinámicas del grupo. A pesar de las diferencias políticas y económicas o las disputas fronterizas entre los estados miembros, la unión interna de los BRICS ha sido hasta el momento bastante fuerte. De acuerdo a un estudio reciente de la universidad de Tufts, la cooperación y convergencia política entre los socios de la alianza había aumentado del 13,7% en 2009 a un 50,7% en 2021. No obstante, al duplicarse el número de miembros, las diferencias existentes podrían agrandarse.

Los diversos conflictos territoriales entre estados asociados son una de las tareas que debe resolver el bloque. En primer lugar, nos encontramos con las disputas enquistadas que los dos gigantes asiáticos, China e India, tienen pendiente en la región de Cachemira y en Arunachal Pradesh. Los nuevos miembros africanos, Etiopía y Egipto, guardan un contendiente por la presa del Gran Renacimiento en el curso medio del río Nilo. Asimismo, no hemos de olvidar la rivalidad existente entre Irán y Arabia Saudí.

Por otro lado, existen disconformidades sobre las estrategias o planteamientos que tienen los miembros de los BRICS+ para con la alianza. Por una parte, Rusia pretende restituir su poder como potencia comercial y territorial. Pekín busca tejer una red de alianzas lo suficientemente fuerte como para destruir el dominio establecido por los Estados Unidos. India y Brasil procuran un posicionamiento neutral en el plano global, por lo que las cancillerías de Nueva Delhi y Brasilia enfatizan en el refuerzo del grupo como medio para el desarrollo de infraestructuras mutuas. La cooperación con los Estados Unidos podría llegar a ser motivo de discusión. La adhesión de su acérrimo enemigo Irán, a la par que otros países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto que mantienen acuerdos de asistencia de materia de seguridad, podrían provocar futuras sinergias negativas dentro de la organización.

En conclusión, la renovación de los BRICS+ con la adhesión de Etiopía, Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán en enero de 2024, marcará un hito en la geopolítica global actual. Su creciente dominio en términos comerciales, económicos, demográficos y energéticos supondrá unan creciente advertencia al dominio del G7. Sin embargo, esta ampliación también plantea desafíos internos que podrían afectar a la cohesión del bloque en un futuro, desde conflictos territoriales hasta diferencias estratégicas.

 

Javier Montero Cirilo, estudiante del Máster en Relaciones Internacionales.

 

BIBLIOGRAFÍA

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