En Mundo, Otra Políticas de la UE, Política Comercial, Política Exterior y de Seguridad

-Enzo Tréhiou –

En la era de la globalización, la influencia y el poder de las naciones ya no se mide únicamente por sus fronteras físicas, sino también por su capacidad para forjar vínculos significativos a escala internacional. En el centro de esta transformación, la iniciativa BRI (Belt and Road Iniciative) de China se perfila como una fuerza motriz que redefine la dinámica mundial. Este gran proyecto, más conocido como la Ruta de la Seda, va más allá del simple concepto de conectividad física para convertirse en un importante instrumento estratégico en la expansión de la influencia y el poder chinos.

Lo que hace especialmente intrigante esta iniciativa es la forma en que China está utilizando la BRI para ampliar su huella en regiones cruciales como África y Europa. Estos continentes, con sus distintas historias, culturas y desafíos, se están convirtiendo en el terreno en el que China despliega su arsenal diplomático, económico y cultural. Por ello, este análisis examinará los sofisticados mecanismos a través de los cuales China está extendiendo su influencia y consolidando su poder en estos dos continentes, aprovechando las oportunidades estratégicas creadas por la Nueva Ruta de la Seda.

África: ¿cooperación o control de los recursos?

África, considerada durante mucho tiempo como un campo de batalla geopolítico, está asistiendo a la aparición de China como actor clave que está redefiniendo las relaciones económicas y políticas en el continente. La expansión de china en África a través de la Iniciativa de la Ruta de la Seda atestigua un planteamiento estratégico global, pero también suscita inquietudes sobre la naturaleza de esta influencia. China ha inyectado enormes cantidades de inversión en proyectos de infraestructuras africanos, desde puertos hasta ferrocarriles y telecomunicaciones. Estas inversiones masivas se consideran a menudo una manifestación concreta de la creciente presencia económica de China en el continente.

En términos de comunicación social, los medios chinos destacan estos proyectos, haciendo hincapié en los beneficios a largo plazo para los países africanos, obviando los riesgos de dependencia económica. Así, la diplomacia china se despliega también en las redes sociales, donde las embajadas y los medios de comunicación chinos promueven las asociaciones sino-africanas, destacando la ayuda al desarrollo, la cooperación económica y los beneficios mutuos. Esta estrategia pretende consolidar una imagen positiva de China como socio comprometido con el desarrollo sostenible del continente.

Además, el acceso a los recursos naturales es una dimensión crucial de la presencia china en África. Las empresas chinas se están implicando en la extracción de petróleo, gas, minerales y otras materias primas. En los medios, estas actividades se presentan a menudo como asociaciones equitativas, pero sigue preocupando la soberanía económica de los países africanos, amenazada por el control potencialmente excesivo de China sobre sus recursos.

Así pues, la expansión de la influencia china en África a través de la BRI es un fenómeno complejo, configurado por inversiones masivas, una hábil diplomacia económica, el control de los recursos y una sutil narrativa cultural, que pone de relieve tanto las oportunidades como los retos a los que se enfrentan los países africanos en este nuevo contexto geopolítico. Sin embargo, a medida que China extiende su influencia en Europa, va quedando claro que la estrategia desplegada en esta región está marcada por matices significativos en comparación con la aplicada en África. Europa, con su complejo contexto económico y político, plantea retos diferentes y requiere una sutil adaptación de las tácticas chinas.

Europa: una diplomacia sutil

En contraste con el enfoque basado en la inversión masiva en África, China está adoptando una estrategia de asociaciones económicas más sutiles en Europa. Las inversiones se centran más en sectores tecnológicos e industriales avanzados, con el objetivo de establecer relaciones económicas mutuamente beneficiosas. En las redes sociales, China destaca estas asociaciones como colaboraciones sofisticadas e igualitarias, promoviendo la imagen de un actor global comprometido con la innovación y el desarrollo sostenible.

En Europa, China está llevando a cabo una diplomacia más matizada, utilizando las redes sociales para promover la cooperación en ámbitos como el cambio climático, la seguridad mundial y la investigación científica. Este enfoque pretende situar a China como socio estratégico de la Unión Europea (UE), más que como actor económico dominante. La comunicación social se utiliza para proyectar una imagen de China como contribuyente constructivo a los problemas mundiales.

En septiembre de 2013, el presidente chino Xi Jinping anunció la iniciativa de reconstruir la Ruta de la Seda original. La Iniciativa china de la Ruta de seda abarca una vasta red de ferrocarriles, oleoductos, puertos y carreteras e implica a más de 60 países. Entre estos países se encuentran los 16 países de Europa Central y Oriental (PECO) con los que China ya creó el foro 16+1 en 2012. Tanto el foro 16+1 como el proyecto de la Ruta de la Seda se centran en reforzar la conectividad, la cooperación y los intercambios comerciales y culturales entre China y los PECO.

Desde su creación, los investigadores han debatido mucho sobre las implicaciones de estas iniciativas a gran escala. Astrid Pepermans sostiene que el 16+1 brindan a China la oportunidad de aumentar su influencia económica y política en Europa Central y Oriental utilizando, por un lado, trampas y promesas económicas y, por otro, adquiriendo poder blando sobre la base de intercambios culturales y diálogo diplomático de alto nivel. Aunque todavía existe una gran diferencia entre los objetivos y los resultados económicos del 16+1 y el BIS, esta estrategia con características chinas está funcionando actualmente en beneficio del iniciador.

Además, China ofrece a las economías en desarrollo la oportunidad de recuperarse y promover sus economías. La ruta de seda puede ser un atolladero de deuda o una cuerda floja para los Estados afectados, dependiendo de cómo lo perciban y lo utilicen. Por desgracia, la creciente influencia de China está trastocando las actuales posiciones hegemónicas. En un articulo, Saima Umer pinta un cuadro de una trampa de la deuda, para determinar si realmente es una trampa para perseguir el rápido crecimiento del poder de China.

Distintos enfoques, una misma narrativa

El análisis de la expansión de la influencia china en África y Europa a través de su proyecto de la Ruta de la Seda pone de relieve la complejidad de las estrategias de Pekín en la escena mundial. En África, China se está posicionando como un importante socio económico, invirtiendo masivamente en infraestructuras y tratando de consolidar las relaciones diplomáticas y culturales. Este enfoque se basa en intereses económicos y en el deseo de acceder a los recursos naturales del continente. En Europa, en cambio, la estrategia china es más sutil y se centra en sofisticadas asociaciones económicas, una diplomacia constructiva e inversiones tecnológicas. China busca insertarse en los sectores avanzados de la economía europea, adoptando un enfoque menos orientado a los recursos y más centrado en la innovación y la cooperación global.

A pesar de estas diferencias de estrategia, están surgiendo algunas tendencias comunes. En ambas regiones, China está utilizando activamente las redes sociales para dar forma a su imagen y promover su visión de la cooperación internacional. Las embajadas, las empresas chinas e incluso los medios de comunicación estatales están explotando las plataformas en línea para presentar los beneficios económicos, culturales y diplomáticos de la BRI.

 

Enzo Tréhiou, estudiante del máster en Relaciones Internacionales

 

Bibliografía:

  • Gul, Saima & Umer, Saima & Malik, Muhammad. (2018). China’s Belt and Road Initiative (BRI): Debt Quagmire or a Ridge Rope for Struggling Economies. Global Economics Review. III. 62-70. 10.31703/ger.2018(III-I).07.
  • Michael Clarke (2018) The Belt and Road Initiative: Exploring Beijing’s Motivations and Challenges for its New Silk Road, Strategic Analysis, 42:2, 84-102, DOI: 10.1080/09700161.2018.1439326
  • Astrid Pepermans (2018) China’s 16+1 and Belt and Road Initiative in Central and Eastern Europe: economic and political influence at a cheap price, Journal of Contemporary Central and Eastern Europe, 26:2-3, 181-203, DOI: 10.1080/25739638.2018.1515862
  • Sharma, Buddhi & Khatri, Raunab. (2019). The Politics of Soft Power: Belt and Road Initiative (BRI) as Charm Influence in South Asia. China and the World. 02. 1-29. 10.1142/S2591729319500020.
  • Mark Beeson (2018) Geoeconomics with Chinese characteristics: the BRI and China’s evolving grand strategy, Economic and Political Studies, 6:3, 240-256, DOI: 10.1080/20954816.2018.1498988
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