En Mundo, Política Comercial, Política Exterior y de Seguridad

– Guillermo Juárez Torrente –

 

En el cambiante escenario de la política mundial, la relación entre Estados Unidos y China ha sido y es un tema de particular interés y preocupación, pues estos dos estados significan las dos economías más potentes en la actualidad. Las administraciones de Donald Trump y Joe Biden, con sus distintivos enfoques y prioridades, han marcado rumbos significativamente diferentes en cuanto al tono de la conducción de esta relación bilateral crítica.

La era de Trump estuvo definida por una postura agresiva y directa, donde las tensiones comerciales y los conflictos en torno a los derechos humanos y la seguridad nacional estuvieron en el centro del escenario. Por otro lado, la administración Biden ha buscado redefinir esta dinámica, buscando una estrategia que equilibrase la competencia estratégica con el diálogo y la cooperación en áreas de interés mutuo. A través de este análisis, se busca comprender no solo las diferencias en la política exterior, sino también las implicaciones más amplias para la seguridad internacional, la economía global y las futuras relaciones entre Estados Unidos y China.

La administración de Trump marcó un punto de inflexión significativo en las relaciones económicas entre las dos superpotencias. El enfoque de Trump fue característicamente confrontativo, destacando la imposición de aranceles significativos sobre los bienes chinos, bajo la premisa de abordar las prácticas comerciales desleales de China. Este enfoque de “guerra comercial” fue parte de una estrategia más amplia para reequilibrar la relación comercial entre las dos naciones y presionar a China para que cambiara sus políticas económicas y de propiedad intelectual. Sin embargo, esta táctica también generó tensiones y tuvo repercusiones en la economía mundial, afectando a consumidores y productores tanto en Estados Unidos como en China.

Al asumir el cargo, el presidente Biden heredó una relación económica tensa con China. Si bien se esperaba un cambio de estrategia, su administración ha mantenido muchas de las tarifas impuestas por Trump, al menos inicialmente. Sin embargo, Biden ha adoptado un enfoque más multilateral, tratando de trabajar con aliados para abordar los desafíos presentados por China. Un ejemplo de este enfoque es el lanzamiento del Marco Económico del Indo-Pacífico (IPEF) que busca establecer una presencia económica más sólida de Estados Unidos en la región y ofrecer una alternativa a la influencia económica de China. Además, de acuerdo con The Chicago Council on Global affairs, el apoyo a las políticas de libre mercado se encuentra en su punto álgido, no obstante, la población sigue dividida en cuanto a las relaciones comerciales con China se refiere.

Esta divergencia en las políticas económicas y comerciales entre las administraciones de Trump y Biden ilustra los desafíos inherentes en la formulación de una estrategia efectiva hacia China. Trump optó por una táctica más unilateral y punitiva. Incluso, según algunos expertos, se podría decir que alejada del Sistema Internacional y, en ciertos casos, desoyendo el Derecho Internacional. Por otro lado, Biden ha buscado reforzar las alianzas y abordar los desafíos económicos de una manera más colaborativa, buscando apoyos en el panorama internacional y asegurándose, además, de servir al Sistema Internacional. Sin embargo, la continuidad en algunas políticas económicas y comerciales, como el mantenerse fuera del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP por sus siglas en inglés), del cual se descolgó la administración Trump, también sugiere que hay un reconocimiento de la creciente influencia y competitividad de China, que trasciende las preferencias políticas y administrativas.

Es conveniente mencionar que estas políticas económicas y comerciales son fruto de unas relaciones marcadas en la actualidad por una tensa carrera tecnológica entre ambas potencias que salpican tanto a la Seguridad Nacional de los Estados Unidos como a las relaciones militares y de seguridad en la región del Indo-Pacífico. Se podría contemplar lo tratado anteriormente como la punta del iceberg, pues si no se tiene en cuenta la masa de hielo sumergida podríamos caer en un análisis simplista y erróneo.

El hecho de que parte de la estrategia en la relación con China no haya variado con el cambio de administración es debido a que, desde la apertura de China hacia Occidente de la mano de Estados Unidos, se ha seguido una línea de política exterior cautelosa con respecto a China. En este sentido, aunque guiándose ambos por unas líneas generales, podemos ver diferencias en el comportamiento de ambas administraciones ante el reto que supone China en la elaboración de la política exterior. La administración Trump caracterizó a China como un rival estratégico en documentos clave de seguridad nacional y adoptó una postura de mayor oposición en la región Indo-Pacífica. Aumentó la frecuencia de las operaciones de libertad de navegación en el Mar del Sur de China aumentando la presencia de la Flota del Pacífico en el teatro de la isla de Formosa y fortaleció las alianzas militares con países como India, Australia y Japón para contrarrestar la influencia china. Esta administración también adoptó un enfoque de mano dura en cuanto a la tecnología y la seguridad nacional, centrando su atención en las empresas tecnológicas chinas como Huawei y ZTE. Argumentando riesgos de seguridad nacional, impuso restricciones y sanciones que afectaron significativamente las operaciones de estas empresas en los EE. UU. y en mercados globales.

Estas medidas reflejaron una preocupación más amplia sobre el robo de propiedad intelectual y la influencia del Partido Comunista chino en las tecnologías globales. Mientras tanto, Biden, aunque, ha mantenido algunas de las políticas restrictivas hacia empresas chinas en el ámbito tecnológico y un enfoque firme en la región del Indo-Pacífico, continuando con las operaciones de libertad de navegación y fortaleciendo las alianzas regionales, también ha intentado equilibrar este enfoque con esfuerzos diplomáticos para reducir las tensiones, destacando la importancia de mantener reglas y normas internacionales en la región mostrando una disposición a explorar áreas de cooperación tecnológica en temas como el cambio climático y la gestión de pandemias. Este enfoque buscaba equilibrar las preocupaciones de seguridad nacional con la necesidad de cooperación en desafíos globales, reflejando una estrategia más matizada. La administración ha enfatizado la diplomacia y el multilateralismo como herramientas clave en su estrategia regional.

La política exterior de Estados Unidos hacia China bajo las administraciones de Trump y Biden revelan un patrón de continuidad subyacente, a pesar de las notables diferencias en estilo y táctica. La administración Trump caracterizada por un enfoque agresivo y unilateral, especialmente en términos comerciales y de seguridad, mientras que la administración Biden adopta una postura más matizada y multilateral. Sin embargo, en esencia, ambas administraciones han continuado reconocer a China como un competidor estratégico clave. Este entendimiento compartido refleja una constante en la política exterior estadounidense, subrayando la importancia persistente de China en la agenda global de Estados Unidos.

Guillermo Juárez Torrente, estudiante del Máster en Relaciones Internacionales.

Este artículo se incluye dentro de la Cátedra Jean Monnet “European Union’s external relations and Spanish Foreign Policy”.

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