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– Eva María Pérez Vidal – 

El siglo XXI ha llegado y ha traído consigo nuevas realidades dentro de las relaciones internacionales y el escenario político global. La creciente predominancia de Asia es un hecho irrefutable para cada vez más expertos y más evidente para el ciudadano de a pie, y que engloba complejas dinámicas propias dentro de ese contexto geográfico, tales como la pugna entre distintas potencias. Es el caso de China e India, dos antiguos gigantes que luchan por convertirse en la primera potencia regional dentro del ámbito asiático.

Prueba de ello es el conflicto que guarda profundas raíces en el tiempo, y que ejemplifica a la perfección la competitividad agudizada entre ambos durante los últimos años. Los Himalayas son una cadena montañosa impenetrable que actúan como frontera natural de estos dos territorios, pero al mismo tiempo de vital importancia dado su carácter geoestratégico y los recursos naturales que albergan. A lo largo de los mismos, regiones como Cachemira y áreas en Bután, Nepal y el Tíbet son disputadas en un ciclo interminable de escaramuzas y ofensivas donde estos territorios no son nada más que monedas de cambio para el alcance de unos intereses mayores.

China e India no solo constituyen los dos Estados con la mayor carga poblacional del planeta, y con las mayores perspectivas de crecimiento en los próximos cincuenta años, sino que al mismo tiempo representan a las dos culturas predominantes en Asia desde tiempos inmemoriales. Pero, ¿por qué es esto relevante? La respuesta está en que tanto China como India han justificado su soberanía sobre estos territorios de acuerdo a su influencia pasada sobre los mismos y a los límites establecidos durante el período colonial. Esto les permite establecer un juego a dos bandas, siempre justificado, y regido por la competitividad por convertirse no solo en potencias globales, sino en la primera potencia regional en el ámbito asiático.

Ejemplo de ello es la derogación por parte de India del artículo 370 de su Constitución en el año 2019, dejando sin independencia efectiva a la región de Cachemira. Al mismo tiempo China ha llevado a cabo una política expansionista no solo en la frontera sino-india, sino consolidando su poder en otros espacios como el Mar del Sur de la China. Junto a todo ello, las escaramuzas y pequeños enfrentamientos armados son una constante en la frontera, o línea de control (LoC), donde ha sido necesario reforzar la vigilancia.

Al mismo tiempo, si nos alejamos de las formas de confrontación más directas, tanto China como India han fomentado distintas formas de soft power en los territorios en disputa. Grandes planes de obras públicas y vías de comunicación en estas áreas crean una dependencia económica que se ha visto acentuada por los efectos de la pandemia en la zona, con la financiación de planes de vacunación y partidas de oxígeno. Estos hechos dan lugar a que ciertos territorios dependan totalmente de la “generosidad” de sus vecinos, y que se produzca una dicotomía extremadamente marcada de pertenencia a la órbita china o india.

Grandes planes de obras públicas y vías de comunicación en estas áreas crean una dependencia económica que se ha visto acentuada por los efectos de la pandemia en la zona, con la financiación de planes de vacunación y partidas de oxígeno.

Una disputa que sigue en pie durante los últimos setenta años no solo responde a una mera cuestión territorial, sino que la realidad es mucho más compleja. Ambos países se encuentran en una situación de acelerada industrialización, grandes perspectivas de crecimiento y una población ingente. Estos hechos les llevan a una búsqueda de recursos para sostener estas aspiraciones, y que se traduce inevitablemente en focalizar sus esfuerzos en la región, que cuenta con grandes recursos hídricos. Prueba de ello es que China ha creado grandes proyectos hidráulicos en la zona, lo que le ha llevado a situarse como la primera potencia productora de energía hidroeléctrica mundial.

Al mismo tiempo, entran en la escena intereses de terceros. Paquistán siempre se ha visto inmerso en esta disputa territorial, apoyando indirectamente a China frente a una India antagónica. No solo a nivel de recursos Paquistán tiene interés en controlar parte de Cachemira, sino que la vertiente política ocupa un lugar más que relevante. La anexión o independencia de Cachemira supondría para Paquistán la independencia de todos los territorios musulmanes frente a una India imperialista. Por otro lado, China ve conveniente este posicionamiento de Paquistán como un proxy state que frena los intereses indios en la región, lo que al mismo tiempo le permite expandir los suyos propios.

Con la reciente retirada de tropas por parte de Estados Unidos en Afganistán y el triunfo de los talibanes, el tablero en Asia Central ha cambiado. China ve una posibilidad de expandir su influencia en la región de la mano de Afganistán y Paquistán como aliados. Por otro lado, Estados Unidos después de su fracaso tras veinte años en Afganistán y su reciente focalización en la región indo-pacífica, se posicionará a favor de India ante una China de Xi Jinping cada vez más amenazante. Y es que todos estos países son potencias nucleares, y ante una escalada de los acontecimientos la posibilidad de que se trasladen a un ámbito global es muy elevada.

Con la reciente retirada de tropas por parte de Estados Unidos en Afganistán y el triunfo de los talibanes, el tablero en Asia Central ha cambiado.

Teniendo en cuenta todos estos hechos, las tensiones entre ambas potencias en la zona fronteriza están muy lejos de verse apaciguadas, encontrándose incluso avivadas por el propio clima político global. Las distintas escaramuzas y choques entre fuerzas indias y chinas son una manera simple de compensar la balanza en un área geográfica donde las tensiones están a la orden del día, y la competitividad entre ambos gigantes asiáticos crece por momentos. A pesar de que no podemos considerar el conflicto fronterizo sino-indio como un conflicto bélico, este podría convertirse fácilmente en uno en el corto plazo sin un control de la situación por parte de la comunidad internacional.

Eva María Pérez Vidal, investigadora en el Real Instituto Universitario de Estudios Europeos.

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