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 Marta Rodilla Álvarez – 

La salida de EEUU de Afganistán el pasado mes de agosto ha hecho resurgir el conflicto afgano en la agenda internacional. A lo largo de sus veinte años de duración, ha contado con la participación directa o indirecta de muchos agentes internacionales. Aquí nos centraremos en el papel del vecino afgano, Pakistán. En apariencia aliado estadounidense, sus acciones pueden suscitar dudas acerca de donde se encontraba realmente su lealtad.

Una relación de amor-odio: Pakistán y Afganistán

Es relevante hacer una breve mención de la relación entre Pakistán y Afganistán. Desde el comienzo, esta se caracterizó por la hostilidad y las rivalidades geopolíticas. Afganistán se opusó a la entrada de Pakistán en la ONU y se negó a reconocer la Línea Durand, frontera entre ambos países. A esto se sumaba el conflicto por las tribus pastunes, de origen afgano pero establecidas en territorio pakistaní (Setas, 2013).
A mediados de los años sesenta, Pakistán comenzó a intervenir más directamente en Afganistán, convirtiéndose en el refugio para los disidentes afganos tras un golpe de
estado en 1973. El asilo continuó tras la invasión soviética en Afganistán en los años 80, a lo que sumó el reclutamiento de radicales islámicos, conocidos como muyahidies, para reforzar la oposición a los soviéticos. La implicación pakistaní en Afganistán se traduce en una política exterior basada en la “profundidad estratégica”. Islamabad veía en Afganistán un territorio factible para la retirada y reorganización ante un posible conflicto con India, lo que realmente quitaba el sueño al gobierno pakistaní (Faramiñán Gilbert & Pardo de Santayana y Gómez de Olea, 2009).
La derrota soviética sumergió a Afganistán en una guerra civil. En ese momento, en busca de un régimen estable y amistoso que favoreciera sus intereses, Pakistán apoyó el surgimiento del nuevo movimiento talibán en 1994. En 1996, con la toma de Kabul por los talibanes, a pesar de que la lucha no había cesado, Pakistán vio como obtenía su deseada “profundidad estratégica”, pues el régimen talibán dependía en gran medida de Islamabad y le debían su acceso al poder (Requena, 2013).

Comienzo del conflicto de Afganistán: ¿aliado estadounidense o talibán?

La situación dio un vuelco tras el atentado del 11-S, perpetrado por militantes de Al Qaeda y liderado por Ossama bin Laden en 2001. Este dio lugar a la guerra de Afganistán, iniciada por la invasión de EE. UU. y sus aliados internacionales con el objetivo de desmantelar dicho grupo terrorista y derrocar el gobierno talibán. A pesar de la expulsión de este grupo armado y la formación de un gobierno democrático, la debilidad de este último impidió el establecimiento de una paz real. A lo largo de dos décadas, se produjeron numerosos enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y la oposición armada (Faramiñán Gilbert & Pardo de Santayana y Gómez de Olea, 2009). Esta guerra de desgaste finalizó oficialmente con la retirada de EE.UU. en agosto de 2021, poniendo fin así a veinte años de conflicto. Pero, ¿qué papel jugó Pakistán en este conflicto?
Tras el atentado de las Torres Gemelas, la Administración Bush exigió la cooperación pakistaní para atrapar a los líderes de Al-Qaeda (Requena, 2013). Islamabad aceptó esas exigencias, permitiendo el uso de sus aeropuertos y bases navales, fundamentales como puntos de entrada y líneas de abastecimiento militar (Perlez, 2021). Igualmente se comprometió a interrumpir cualquier tipo de apoyo dirigido al ejército talibán, a romper relaciones diplomáticas con estos y condenar públicamente todo tipo de atentado. Con la caída del régimen talibán, el Primer Ministro Musharraf proclamó su apoyo al gobierno afgano presidido por Hamid Karzai y al esfuerzo estadounidense en la “guerra contra el terror” (Requena, 2013).
De esta forma, se comprometía a dejar atras años de contacto con este movimiento. Como ayuda para el cumplimiento de estas obligaciones, Pakistán recibió ayudas económicas de EE.UU. valoradas en miles de millones de dólares. Sin embargo, estos compromisos no se vieron totalmente reflejados en la realidad: Pakistán llevó a cabo acciones favorables a EE.UU. pero siempre se mantuvo fiel a sus intereses, y estos no se alineaban completamente con lo acordado previamente. (Requena, 2013).
Tras el derrocamiento de los talibanes, gran cantidad de sus combatientes cruzaron la frontera, refugiados por el ISI, estableciendo en Pakistán importantes zonas de concentración de las fuerzas talibanes. Los distritos tribales pakistaníes se convirtieron, junto con otras ciudades como Quetta, en los centros de operaciones talibanes. Los santuarios de adiestramiento suníes construidos durante el conflicto soviético con fondos estadounidenses en zonas fronterizas también fueron empleadas a partir de 2001 como refugio talibán (Requena, 2013), probando ser una gran amenaza para EE.UU. Este empleo del territorio pakistaní generó desconfianza hacia su dueño.
El asesinato de Ossama Bin Laden tensó aun más las relaciones de EE.UU. (Perlez, 2021) El ISI, Servicio Secreto Pakistaní, negó haber dado protección al líder de Al Qaeda y afirmó no saber nada de la operación. (Requena, 2013). A esto se suman las acusaciones por parte de países como EE. UU, India o el propio Afganistán al ISI de colaborar en ataques terroristas (Setas, 2013) así como el desconocimiento del paradero de ayudas otorgadas a Pakistán en calidad de aliado estadounidense, que desaparecieron en actividades no declaradas (Perlez, 2021). Según Douglas London, ex agente de la CIA, los talibanes no estarían donde están sin la ayuda de Pakistán (Sánchez Arreseigor, 2021).
Finalmente, si avanzamos hasta el pasado mes de agosto, cabe destacar la bandera talibán ondeando en la capital de Pakistán tras la toma de Kabul por el ejército talibán. Con motivo de su vuelta al poder, el Primer Ministro pakistaní Imran Khan declaró que los afganos habían roto las cadenas de la esclavitud y defiende la necesidad de apoyar al nuevo gobierno talibán (Sánchez Arreseigor, 2021).
Queda clara la actitud ambivalente de Pakistán en materia de terrorismo, con cierta inclinación, como poco, hacia el bando talibán. Su importancia para el abastecimiento del ejército estadounidense y la persecución de Al Qaeda le otorgaba cierta libertad para actuar sin graves sanciones. (Requena, 2013). Si bien a día de hoy Pakistán niega haber proporcionado ayuda al movimiento talibán, lo expuesto anteriormente parece demostrar lo contrario. Puede que el miedo a ser incluido en la lista de países que financian el terrorismo y las consecuencias que ello conllevaría evitasen que el gobierno pakistaní actuase de forma transparente. O simplemente era de su conveniencia obtener lo mejor de cada aliado. En cualquier caso, queda claro el doble papel de Pakistán en la guerra de Afganistán. De la misma forma, mirado desde otro foco, podemos considerar a Pakistán como un factor clave y nexo de comunicación para conseguir una paz futura duradera tan necesaria en un país que ha sufrido durante tanto tiempo.

BIBLIOGRAFÍA

  • Albarello, M., & Jiménez Luque, T. (2007). Irán, Irak, Afganistán y Pakistán: preguntas y respuestas. (F. P. Fundació Solidaritat UB de la Universitat de Barcelona, Ed.) Barcelona.De Vega, L. (16 de Septiembre de 2021). Pakistán se distancia de Estados Unidos y asegura que los talibanes son una opción de paz. El País.
  • Faramiñán Gilbert, J. M., & Pardo de Santayana y Gómez de Olea, J. (2009). El conflicto de Afganistán. Conflictos Internacionales Contemporáneos (12).
  • Perlez, J. (28 de Agosto de 2021). El verdadero ganador de la guerra de Afganistán. The New York Times.
  • Requena, P. (2013). Pakistán-Afganistán: Un Desencuentro Histórico. Cuadernos de Estrategia (164).
  • Sánchez Arreseigor, J. (26 de Octubre de 2021). La «victoria» afgana de Pakistán. Atalayar entre dos orillas .
  • Setas, C. (2013). Las relaciones entre Afganistán y Pakistán y las negociaciones de paz con los talibanes afganos. (M. d. Estratégicos, Ed.) Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (2).

Marta Rodilla Álvarez, alumna del Máster Universitario en Relaciones Internacionales (2021-2022) de la Universidad CEU San Pablo.

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