En Justicia e Interior, Otra Políticas de la UE, Principios y Valores

-Lucía Álvarez Gómez –

La trata de seres humanos representa una de las mayores formas de esclavitud y violencia de género del siglo XXI, negando derechos y libertades individuales fundamentales y fomentando, al mismo tiempo, amenazas para la seguridad global. Es un delito que se ha convertido en uno de los desafíos más importantes para la comunidad internacional.

No se trata de un fenómeno moderno -la esclavitud en su sentido más tradicional ha estado presente a lo largo de nuestra historia- pero el término sí es contemporáneo. Sin embargo, debido en parte a la globalización, esta realidad ha evolucionado y se ha expandido a todas las regiones del mundo, adoptando dimensiones complejas. Una realidad, en cualquier caso, inquietante y preocupante, hasta el extremo de requerir la máxima cooperación internacional y el compromiso firme de los Estados para combatir esta lacra. Hoy en día, la sociedad internacional se enfrenta a esta forma moderna de esclavitud.

En los últimos años la trata de personas ha tenido un mayor reconocimiento y ha sido objeto de atención por parte de los Estados, organismos internacionales, ONGs y grupos civiles. Se han adoptado distintos acuerdos, convenciones y protocolos; todos ellos con el objetivo común de buscar una solución a este problema. La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, las Notas Interpretativas (Travaux Preparatoires), el Protocolo contra la Trata, firmados en Italia en el año 2000, conforman, entre otros, distintas obligaciones internacionales dirigidas a la trata de personas.

Ahora bien, ¿Qué papel tiene la Unión Europea? Este actor adopta una serie de acciones para combatir la trata a través de legislaciones para fortalecer la prevención, la persecución y la protección de las víctimas. Su objetivo es garantizar el respeto y la protección de la dignidad humana y de los derechos humanos, siendo ambos valores europeos fundamentales. Lamentablemente, todos los días miles de personas son víctimas de la violación de estos derechos.

Está claro que la trata de seres humanos constituye un desafío crucial para la Unión Europea. En 2022, el número de víctimas de trata de personas registradas en la UE, a través de Eurostat, fue de 10.093, siendo más de la mitad mujeres y niñas. No obstante, es importante mencionar que los datos de la trata deben interpretarse con cautela ya que la cifra real es mucho mayor. Son innumerables los casos de víctimas no identificadas.

Para enfrentar y erradicar esta amenaza, la Unión Europea ha adoptado diversas medidas con el fin de proteger y apoyar a las víctimas y sancionar a los traficantes. Destaca en particular la Estrategia de lucha contra la trata de seres humanos de la UE (2021-2025), cuyo fin es reducir la trata, desmantelar las redes de los traficantes, proteger y apoyar a las víctimas, así como promover la cooperación internacional. Esto último es esencial pues la colaboración entre los países de la Unión Europea con terceros Estados es determinante para hacer frente a este desafío. Tampoco podemos obviar el papel de la Comisión y el Parlamento Europeo, instituciones fundamentales para garantizar el bienestar de las víctimas, su apoyo y protección.

A pesar de los esfuerzos realizados, es un fenómeno muy complejo cuya erradicación exige altas dosis de responsabilidad y una atención prioritaria para la agenda política y la seguridad internacional. Invertir y fomentar en medidas y acciones es una garantía para que las generaciones venideras no se vean sometidas a esta lacra y sean capaces de afrontar este fenómeno en las mejores condiciones. Ellas y ellos lo agradecerán.

 

Lucía Álvarez Gómez, es alumna del máster en Unión Europea

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